Secciones
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
El presidente de la Diputación ha decidido no invitar al ministro Planas a la inauguración de la Feria Ganadera 2024. Harto de su desprecio al campo salmantino e indignado por su falta de respuesta a la petición de una entrevista para conocer los problemas del sector en la provincia, Javier Iglesias no va a permitir que el titular de la cartera de Agricultura, Pesca y Alimentación venga a hacerse la foto que tanto le gusta.
Luis Planas se había acostumbrado a la cortesía, la amabilidad y la hospitalidad de las autoridades locales y de los representantes del sector agrario y ganadero, pero el presidente de La Salina ha dicho basta. Ahora es persona 'non grata' en Salamanca. El ministro no es bien recibido en una provincia ignorada y marginada por el Gobierno de Pedro Sánchez en todos los frentes, en inversiones, en infraestructuras y también en agricultura.
Así nos ahorramos los saluditos y el discurso grandilocuente y vacío de este ministro de la escuela «ni una mala palabra, ni una buena acción». Un ministro florero, un enano de escayola en el jardín convertido en perrito faldero de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, la gran enemiga del campo con su ideología ultraecolojeta.
Hay tantas razones para no invitar al Gobierno sanchista a la inauguración de la Feria como ovejas han matado los lobos solo en lo que va de año, tantas como explotaciones ganaderas han tenido que cerrar en Salamanca por falta de rentabilidad.
Javier Iglesias ha elegido la razón más institucional, el silencio ministerial a su petición de una entrevista de los ganaderos y agricultores de la provincia con el ministro pero podría haber escogido otras muchas. Entre ellas, la desidia y el pasotismo del Ministerio ante la crisis provocada por la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) que ha azotado a las explotaciones ganaderas salmantinas sin que Planas haya hecho otra cosa que poner trabas a la movilidad de las reses. Podría haber elegido la incapacidad del Gobierno sanchista para aplicar una Ley de la Cadena Alimentaria que debería asegurar la rentabilidad de los precios en origen de los productos agroalimentarios. Podría haber encontrado motivos suficientes para no querer ver al ministro por su deficiente negociación de una PAC concebida para aumentar la burocracia, reducir la producción y expulsar a los profesionales del campo. Podría haber castigado a Planas por su ejercicio de escapismo antes, durante y después de las tractoradas, una desaparición digna del mejor Houdini. O por su racanería con las ayudas a la sequía del año pasado.
También podría haber optado el presidente de la Diputación por invitar al ministro y cantarle las cuarenta en el acto de inauguración, como hizo el presidente de la Junta en la pasada edición. Fernández Mañueco le leyó la cartilla a Planas, poniéndole frente a sus despropósitos. Además de la ausencia de gestión, el presidente regional le recordó que la lealtad de Castilla y León debe ser un mérito para recibir un mejor trato por parte del Gobierno y no una desventaja respecto a los separatistas desleales a los que Sánchez colma de dineros y prebendas a costa del resto.
Lo cierto es que la regañina de Mañueco tuvo un efecto nulo en el coriáceo ministro. Ni tomó nota ni dejó de tomarla. Planas es de esos políticos que aguantan el chaparrón con una sonrisa, te dan un abrazo y unas palmaditas en la espalda, y a otra cosa, mariposa.
Escucharle no va a servir de nada. Reivindicar que se ocupe del campo va a ser un ejercicio inútil de melancolía. Así que mejor que se quede en Madrid para regarle la flores a Teresa Ribera.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.