El mayor escándalo
La sentencia del TC supera todos los escándalos porque tritura la democracia y nos coloca al nivel de las autocracias bananeras
La sentencia del Tribunal Constitucional que avala la amnistía a los delincuentes del 'procés' supone el mayor escándalo de cuantos ha protagonizado el sanchismo en sus ocho años de atropello del poder. Son tantos, tan variados, tan exorbitantes y tan rastreros esos escándalos que la bendición del equipo de Conde-Pumpido al golpe catalán puede parecer una barrabasada más. Pero no lo es, porque tritura los fundamentos de la democracia en España y nos coloca al nivel de las autocracias bananeras.
El fallo del TC consagra la desigualdad entre los españoles. A la mayoría se nos aplica la ley mientras que a una minoría se la exime por el simple hecho de que Pedro Sánchez necesita sus votos. El Tribunal de garantías, que debería controlar la legalidad de las leyes que emanan del Parlamento, se convierte en esbirro de la mayoría sanchista. Ahora todo lo que necesite Sánchez para seguir en el poder es legal y constitucional, digan lo que digan las leyes y la Constitución. Con la sentencia, la independencia judicial queda volatilizada y la separación de poderes salta por los aires, porque el Gobierno, con la colaboración cómplice del presidente del Constitucional y cinco de sus magistrados, ha ocupado y amordazado al poder judicial, como ya demostró anulando las condenas a otros delincuentes, estos socialistas, que robaron cientos de millones de los EREs de Andalucía.
La amnistía no cabe en la Constitución, como en su día aseguraron Pedro Sánchez y los dirigentes del PSOE, entre ellos el ministro de Justicia. Pasó a ser constitucional para los sanchistas tras comprobar que necesitaban los siete votos de Puigdemont tras el resultado de las elecciones generales. La amnistía, como todos sabemos, incluidos los seis jueces 'delegados' de Sánchez en el TC, no es otra cosa que el pago por la investidura. Todo lo demás forma parte del decorado montado por el Gobierno y Conde-Pumpido para justificar lo injustificable. Argumentar, como hace la infame sentencia, que todo lo que no prohíbe expresamente la Constitución es constitucional, es de aurora boreal. Si la Constitución prohíbe los indultos generales, por elevación las amnistías están más prohibidas todavía.
Dice Pumpido en ese fallo cocinado al gusto de Sánchez, que no importan las razones por las que se apruebe una ley. En este caso la de amnistía lo fue por la sencilla razón de que Puigdemont se la exigía a Sánchez para dejarle gobernar, pero en el mismo texto de la sentencia se argumenta que el perdón ha contribuido a normalizar Cataluña. Un argumento falso, porque los golpistas catalanes nunca se han arrepentido y lo primero que han hecho tras conocer la sentencia es anunciar que lo volverán a hacer.
Estamos ante una autoamnistía, como ha recalcado la Comisión Europea y como sabemos todos los españoles. El texto lo redactaron los condenados por sedición en las vergonzosas reuniones de Bélgica y Suiza entre Cerdán y los enviados de Puigdemont, pero esto Pumpido y sus colegas tampoco lo valoran. Ahora los dirigentes del PSOE están presionando al Tribunal Supremo para que aplique la amnistía a Puigdemont. Y si no la aplica, ya se ocupará Pumpido de buscar la forma de borrar su delito de prevaricación. Todo vale si sirve a Sánchez.
Con la sentencia del TC del jueves el Estado de Derecho y la igualdad entre los españoles se han roto. Estamos un paso más cerca de la autocracia con un presidente que ha logrado, de la mano de Pumpido, colocarse por encima de la Constitución. La impunidad de los delincuentes está asegurada siempre que sean sanchistas o sus votos sean necesarios para apuntalar el sanchismo.
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