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Malos augurios para 2025

Casi todo es negativo en las previsiones para el año que ahora empieza, pero no hay otras: son los tiempos que nos ha tocado vivir

Jueves, 2 de enero 2025, 06:00

Cualquier mal augurio, por aguafiestas que parezca, es susceptible de ser empeorado por el devenir de los acontecimientos. Acabo de comprobarlo repasando las previsiones para 2024 que publiqué en un artículo en los primeros días del año pasado. Todo lo malo que se anunciaba en el horizonte acabó cumpliéndose con creces. Tal y como vaticinaba en aquella columna, Sánchez concedió la amnistía a los golpistas y estos se lo agradecieron manteniéndole en el poder a cambio de nuevas concesiones, entre ellas el final de la igualdad entre españoles mediante la condonación de la deuda de la Generalidad y la puesta en marcha del cupo catalán. Pronosticaba entonces que Puigdemont volvería a España en el Falcon del presidente, y ahí me equivoqué, pero por poco, porque volvió y se escapó, lo que resulta todavía más vergonzoso para nuestro país.

No fui capaz de ver venir el calvario judicial del inquilino de La Moncloa, pero sí acerté cuando anuncié que nos seguirían gobernando los enemigos de España, de los que el presidente del Ejecutivo era rehén hace un año y que ahora tiene la desfachatez de liderar.

Este 2025 viene también cargado de augurios, casi todos malos. Hay quien piensa que Sánchez se verá obligado a convocar elecciones generales ante la insoportable presión de los casos de su ex ministro Ábalos, de su esposa Begoña, de su hermanísimo y del fiscal general, pero yo no soy tan optimista. Creo que seguirá amarrado al colchón de La Moncloa, aunque su debilidad parlamentaria le impida gobernar. Al fin y el cabo, no se trata de hacer sino de estar en el poder.

Será este 2025 el año de Franco, porque así lo ha decretado Su Sanchidad, y a la memoria del dictador se agarrará como a un clavo ardiendo para desviar la atención de sus corruptelas domésticas. El peligro para el sanchismo de tanto recordar la dictadura es que podemos establecer comparaciones peligrosas, ahora que la autocracia se ha convertido en un riesgo real en España.

Junto al espantapájaros de Franco, Sánchez ondeará la bandera de la economía, porque crecerá el PIB y quizás baje el paro, aunque sigamos ostentando los récords europeos de desempleo y de porcentaje de población en situación de pobreza.

Las familias, que ya lo están pasando mal, verán cómo si situación se agrava, con subidas de la luz, de la telefonía y de los alimentos básicos, a los que se sumará el aumento de la presión fiscal para redondear un panorama económico aterrador para las clases bajas y medias (si es que quedan clases medias en España).

Para los autónomos, los comerciantes y los hosteleros, que en Salamanca conforman la parte nuclear de la economía, se anuncian subidas del salario mínimo y recorte en la jornada laboral, que serán nuevos motivos para ver cómo muchos negocios bajan la tapa. Sobre los agricultores y ganaderos, tras un año de buenos precios, se cierne la sombra del tratado con Mercosur, que supondrá una masiva competencia desleal desde el otro lado del Atlántico.

Si miramos hacia fuera, el mundo se adentra en un periodo de tensiones y amenazas para las democracias liberales. La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos no es la mejor noticia para los demócratas, Putin avanza en Ucrania y eso le hace sentirse cada día más firme en su autocracia, Maduro se apresta (con el apoyo del tándem Zapatero-Sánchez) a dar un autogolpe de Estado tras perder las elecciones en Venezuela, y la inestabilidad en Oriente Medio lleva camino de provocar más guerras desde Gaza a Siria.

Un panorama desolador. Ya me gustaría dibujar un año diferente, pero estos son los tiempos que nos ha tocado vivir.

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