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Tenía razón Luis Heredero, hijo del coronel Antonio Heredero, asesinado por la banda terrorista ETA en Salamanca en septiembre de 1992, cuando aseguraba, en un artículo publicado en este periódico hace diez días, que «el odio a España y a los españoles, presente en el terrorismo de ETA, ha resultado exento de culpa» y que «no solo hay que reprobar al terrorista, también la ideología esgrimida como justificación».
Heredero mostraba en ese texto su indignación ante la impunidad con la que ETA ha sobrevivido a su teórico final hace cinco años, cuando anunció su disolución. Lo que no sabía el hijo del coronel es que los herederos de los criminales tendrían desfachatez de presentar a las elecciones del 28-M a 44 bildutarras condenados por terrorismo, siete de ellos culpables de asesinato. Más dolor y más desprecio a las víctimas.
Ese insulto a la democracia y ese nuevo agravio es el resultado del envalentonamiento de Bildu y sus compinches, que están más crecidos que nunca desde que el PSOE de Sánchez les admitió como socios preferentes en su Gobierno.
Las elecciones en el País Vasco no han sido en 45 años y esta vez constituyen un auténtico escándalo, que la Fiscalía debería frenar en cuanto halle un resquicio legal para ello.
En las vascongadas nunca se ha podido votar en libertad. De las tres provincias vascas han salido huyendo del terror medio millón de españoles espantados por la extorsión, los coches bomba y el tiro en la nuca. Con ellos los resultados de las municipales y autonómicas serían muy diferentes. Y son unas elecciones 'sucias' porque el miedo sigue reinando en muchos pueblos vascos donde quienes no se consideran nacionalistas o no se declaran amigos de los terroristas son marginados, insultados y presionados por Bildu y sus secuaces. Hay muchas localidades donde solo se presentan los filoetarras porque nadie se atreve a hacerles frente, porque meterse en política siendo del PP o de Vox representa una profesión de riesgo.
Al contrario de lo que quieren hacernos creer el PSOE y el Gobierno sanchista, ETA no está muerta. Fue derrotada por las fuerzas de seguridad del Estado y por la unidad de los demócratas (en aquellos tiempos cuando los dos partidos mayoritarios luchaban juntos contra el terror), pero los sucesores de los asesinos mantienen intacto su proyecto totalitario cuyo fin último es imponer la independencia y la dictadura del socialismo autogestionario a los vascos y al resto de los españoles. La banda no solo se mantiene con vida, sino que nunca había tenido tanto poder como en estos cinco últimos años, desde que Sánchez decidió contar con ellos para afianzar su mandato.
En estos quinquenio de sanchismo, el Gobierno ha aprobado la nueva Ley de Memoria Histórica para romper España en dos bandos como le pedía Bildu, ha permitido la continuidad impune de los homenajes públicos a etarras, ha fomentado la construcción de una «memoria alternativa» para blanquear el pasado criminal de ETA y ensuciar el de las víctimas, ha acercado prácticamente a todos los asesinos que cumplían condenas lejos del País Vasco y ha concedido al Gobierno vasco las competencias penitenciarias para que poner a los terroristas en la calle con la aplicación masiva e incondicional del tercer grado, y ha sacado a la Guardia Civil de Navarra y al Ejército del cuartel de Loyola en San Sebastián, como pedían los de Otegui.
Si Sánchez sigue contando con Bildu pese al escándalo para nuestra democracia que supone la presencia de asesinos en sus listas, los españoles de bien nunca deberíamos perdonarle esta afrenta. Esto pasará a la historia de la infamia.
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