El Gobierno ha muerto
Podemos considera muerto a Pedro Sánchez, pero le seguirá sosteniendo en el poder, porque este cadáver es «su» cadáver
Lo dice uno de los socios preferentes del sanchismo: el Gobierno ha muerto, solo que todavía no sabemos cuándo se concretará su final. Ha sido Ione Belarra, la secretaria general de Podemos, la que ha firmado el acta de defunción y ha asegurado, con toda la razón, que el escándalo que cerca al Ejecutivo de Sánchez «no son casos de manzanas podridas sino una forma de gobernar». Vamos, que los podemitas lo saben, lo reconocen y aun así, siguen sosteniendo al Ejecutivo sanchista. Estamos ante un caso evidente de necrofilia: les encanta la cohabitación con un cadáver. No les importa la pestilencia ni la posibilidad de verse invadidos por los gusanos, porque el bello cadáver es «su» cadáver.
A los comunistas bolivarianos de Pablo Iglesias se les va la fuerza por la boca. Se desgañitan criticando a Sánchez, pero no le dejarán caer. Sus sentencias de muerte son fuegos de artificio destinados a la clientela de la ultraizquierda, donde Belarra y los suyos esperan pescar votos en detrimento del PSOE y de Sumar.
Ninguno de los compañeros del Frankenstein está dispuesto a romper con el difunto Sánchez. El inquilino, cada vez más okupa, de La Moncloa, tiene la suerte de que, al ser tantos y tan variopintos los partidos que le sostienen, la culpa por mantenerle en el poder se diluye y tocan a poco. ¿Quién es el responsable de permitir que el líder de un grupo mafioso de trincones continúe en el Gobierno? ¿Podemos? ¿Sumar? ¿Bildu, Junts, ERC, el PNV o el BNG? Todos tienen su parte de responsabilidad como cómplices parlamentarios, pero decir todos es como decir ninguno.
Por eso Pablo Iglesias, como Junqueras, Otegui, Aitor Esteban, Ana Pontón y Puigdemont, ha podido soportar la visión de la Guardia Civil entrando en la sede del PSOE a la búsqueda de pruebas del reparto de las mordidas que alegraban los días de Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García. La corrupción en el PSOE y en el Gobierno sanchista les huele a perfume del caro, como un aroma que invita a continuar la fiesta del saqueo ante un presidente resignado y a la vez encantado de ofrecerles todo tipo de prebendas, legales o alegales, inconstitucionales e inmorales, a cambio de sus votos.
Apoyos que, por cierto, seguramente veremos cómo desaparecen en cuanto a Sánchez se le ocurra llevar cualquier ley al Congreso. Dejarán solo al cadáver en el velatorio, lo cual no quiere decir que vayan a enterrarlo. No le permitirán gobernar, pero ¿acaso quiere gobernar Sánchez? Nunca lo ha querido, nunca ha tenido un proyecto para España. Siempre le ha bastado con estar aunque no pueda hacer. Y así seguirá hasta 2027, salvo catástrofe.
Hay quien piensa, quizás con razón, que toda la podredumbre y todos los escándalos conocidos representan tan solo la punta del iceberg y que en las próximas semanas y meses conoceremos nuevas revelaciones escalofriantes, tremendas y definitivas. Que habrá pruebas de la financiación ilegal del PSOE, del conocimiento de las andanzas y de la implicación de Sánchez en la trama urdida por sus compañeros del Peugeot… Y puede ser que esto ocurra, pero no está claro que vaya a doblegar la voluntad del presidente de seguir amarrado a su asiento en el Falcon ni que vaya a obligar a sus compinches y cómplices a retirarle el apoyo parlamentario.
Todo lo que ya conocemos sería insoportable para cualquier gobierno democrático. Y ningún partido político, en una democracia sana, podría sostener su apoyo ante el espectáculo de corrupción generalizada en el PSOE y en el Ejecutivo. Esto solo puede ocurrir en nuestro país. Los españoles, ya se sabe, siempre hablamos bien de los muertos.
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.