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Con este Gobierno apoyado y asistido por titiriteros somos el hazmerreír del mundo. No se puede hacer más el ridículo de una manera más vergonzosa y patética. España es ese país a donde acude el prófugo más buscado desde hace siete años, anunciando día, hora y lugar de su visita, llega, echa un espiche insultando al Estado, a la nación y a la Justicia, y se larga con viento fresco sin ser detenido por la policía regional ni por la nacional ni por la Guardia Civil.
Ese tipo que dio un golpe de Estado y que malversó los caudales públicos, que tenía una orden de busca y captura emitida por un juez español, ese personaje al que el presidente de nuestro Gobierno prometió en su día traer a España para meterlo en la cárcel, ese tipo se llama Puigdemont, alias el Fugas, y ahora está disfrutando de una ración de mejillones en Bélgica, tras haber humillado a las fuerzas de seguridad y al Centro Nacional de Inteligencia.
Ese Señor Con Flequillo que un día levantó a la Generalidad contra España, no podría habernos sometido a semejante ridículo si no hubiera contado con la colaboración del presidente Sánchez y de su esperpéntico ministro del Interior. El espectáculo al que asistimos los españoles tenía truco: el mago Puigdemont contaba con el permiso del Ejecutivo sanchista para escenificar su 'performance' y nunca hubo ninguna posibilidad real de que le detuvieran.
Sánchez no quiere al del Flequillo en la cárcel, porque de sus siete votos en el Congreso depende el poder seguir disfrutando de sus vacaciones en La Mareta. Sánchez no puede ordenar su detención porque podría frustrar la entrega del poder en Cataluña a su colega el pánfilo Salvador Illa, el peor ministro de Sanidad de la democracia.
Sánchez no puede atrapar al prófugo que juró atrapar porque sin el de Waterloo no puede aprobar leyes ni presupuestos. Así de simple y así de abyecto.
El montaje del pasado jueves confirma la absoluta falta de respeto de este Gobierno por las leyes. Ni la Constitución, ni la Justicia, ni la igualdad ni la solidaridad entre españoles suponen normas y valores que frenen la ambición de poder de Sánchez.
Si usted es un violador, este Gobierno acortará su pena o le sacará de la cárcel. Si es un malversador a gran escala y ha fumigado setecientos millones de euros de todos los españoles, será absuelto por el Tribunal Constitucional a las órdenes de Sánchez. Si es un golpista, será amnistiado en cuanto el asunto llegue a manos de Conde-Pumpido, y si además de golpista es malversador y prófugo de la Justicia, como es el caso de Puigdemont, se le permitirá pasearse, dar un mitin y volver tranquilamente a su retiro dorado.
Con todo, lo más grave de lo ocurrido en la bochornosa jornada del 8 de agosto fue la investidura de Illa a cambio de asumir las exigencias y la hoja de ruta de los supremacistas/separatistas catalanes. Quienes en el Partido Sanchista todavía sostienen que se ha puesto freno al 'procés' se están riendo de todos los españoles. Lo que ha hecho el 'tándem de la bencina' Sánchez-Illa es asumir los postulados del independentismo. Con la investidura llega la expulsión definitiva del Estado en Cataluña, con una Generalidad que seguirá persiguiendo al español, que tendrá selecciones nacionales y que disfrutará de una financiación a la carta con decenas de miles de millones expoliados a los salmantinos, a los castellanos y leoneses y a todos los españoles no separatistas. Hay quien asegura que el «cupo catalán» no se aprobará porque es ilegal e inconstitucional, pero lo mismo decían de la amnistía. La ley y la Constitución son solo un pañuelo en el que Sánchez se suena los mocos.
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