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DE CALLE

Una estupidez de Sánchez

La metedura de pata de convocar elecciones anticipadas nos puede ahorrar cinco meses aguantando su chulería ·

Jueves, 1 de junio 2023, 05:00

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Tras la sorpresiva convocatoria de elecciones se ha establecido un apasionante debate en torno a la figura de Pedro Sánchez. Están de un lado quienes le consideran un consumado estratega, un tipo hábil e inteligente, capaz de sortear con pericia cuantos obstáculos va poniendo la política en su camino. Y están los que le consideran sencillamente un tonto con suerte, un dirigente narcisista, torpe e insensato pero favorecido por las circunstancias.

La controversia da para escribir dos enciclopedias británicas, pero yo me apuntaría al segundo grupo sobre la base de que el anuncio de elecciones en julio es una estupidez presidencial y que, salvo milagro, le va a costar muy caro al inquilino de La Moncloa.

Al parecer el presidente tomó la decisión la misma noche del domingo, rodeado de sus 'ideólogos' de cabecera: Félix Bolaños, Antonio Hernando y Óscar López, los mismos avispados que diseñaron la moción y el Gobierno Frankenstein y que decidieron convertir las municipales y autonómicas en un plebiscito sobre Sánchez, con el catastrófico resultado de todos conocido. Ninguno de ellos le llega a la suela del zapato a Iván Redondo, que tampoco es Maquiavelo ni Abraham Lincoln.

Su capacidad de análisis resulta más bien limitada, por decirlo suave. Han pensado que con los resultados de las municipales les daría para reeditar un Ejecutivo sustentado por comunistas, proetarras y golpistas, pero no han caído en un hecho de sobra conocido en España: no es lo mismo votar a un alcalde o un presidente de comunidad autónoma socialista que votar en unas generales a un presidente y sus apestosas compañías.

Los 'lumbreras' del equipo sanchista lo fían todo a movilizar el voto de izquierdas con el espantajo del «¡que viene la ultraderecha!», señuelo que ya utilizaron para los comicios del pasado domingo con el 'espectacular' resultado de todos conocido. El PP no necesita a Vox en la mayoría de los ayuntamientos y en las autonomías la negociación se puede retrasar hasta después del 23-J. Ya me dirán dónde está el fino estudio de prospectiva electoral de los gurús monclovitas.

Lo que sí han conseguido, y para eso no hace falta fino análisis sino un buen látigo, es apaciguar a los dirigentes del PSOE que se han quedado en la calle tras el soberano batacazo del domingo. Nunca ha habido el menor atisbo de crítica interna desde que Sánchez retomó el control del partido, y ahora no la habrá porque en tiempos de elaboración de listas, cuando se juegan de nuevo el cocido, el mutismo de los cabreados es sepulcral. Ni el vallisoletano Óscar Puente, que con toda seguridad perdió la Alcaldía por su condición de sanchista recalcitrante, ni el salmantino José Luis Mateos, lastrado también por los pactos malolientes y los olvidos de su jefe respecto a las necesidades de Salamanca, osarán señalarle con el dedo como les pediría el cuerpo.

Estos aprendices de brujo que rodean a Sánchez han colocado las elecciones en pleno julio confiando en que una menor participación favorecerá a su candidato, pero puede que ocurra justo lo contrario: con una izquierda moralmente hundida y desmovilizada por una derrota sin paliativos, quienes tienen más ganas de ir a votar, a pesar del calor y el sacrificio de las vacaciones, son esos millones de españoles que quieren mandarle al basurero de la historia.

Sánchez ha convocado el 23-J con la intención de ganar, pero sospecho que, por fortuna, ha cometido una estupidez supina y su metedura de pata nos va a ahorrar cinco meses de aguantar su chulería.

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