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Están a otra cosa

A Puente y sus compañeros de Gobierno no les preocupan las necesidades de Salamanca, sino solamente salvar su trasero

Domingo, 28 de septiembre 2025, 06:00

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El ministro de Transportes, ese vallisoletano de gatillo fácil y tuiter envenenado, ha decidido que no, que Salamanca no merece recuperar su tren a Lisboa. Que lo de unir la capital charra con la capital portuguesa no toca, que hay prioridades «más técnicas», como dicen en Madrid cuando quieren decir que no. Unas veces faltan trenes, otras veces no hay maquinistas, en otras ocasiones lo que faltan son viajeros... y aquí seguimos: mirando cómo otros avanzan y cómo a los salmantinos se les niega el pan y la sal.

Portugal ya ha hecho su parte. Sus convoyes vuelven a cruzar hasta Vilar Formoso. Pero, del lado español, el viaje se corta en seco. Ni un solo kilómetro más. Y eso que desde el Ayuntamiento se le han mandado a Puente cartas, propuestas, quejas… misivas cuyo destino, pensando bien, es la papelera. El viajero que sueñe con ir a Lisboa en tren desde Salamanca tendrá que seguir soñando.

El caso del tren internacional es solo la última gota. Porque lo de las infraestructuras en Salamanca es un rosario de promesas incumplidas. Ahí está la inacabable electrificación de la línea férrea a Fuentes de Oñoro: inaugurada en titulares hace años, aplazada después, retomada solo de boquilla y, al final, convertida en una obra fantasma que nunca termina de arrancar. Avances puntuales, anuncios repetidos… y la sensación de que el final de la obra es una quimera.

De la Ruta de la Plata, qué decir. Cada vez que se habla de vertebrar el oeste peninsular aparece ese proyecto pero cada vez que el Gobierno lo menciona solo es para negarlo, retrasarlo, esconderlo o convertirlo en un futurible que nunca se concreta. Esa vía, que podría ser la salvación del olvidado Oeste de la península condenado a la despoblación, ha quedado en el cajón de los proyectos eternamente pendientes.

A Puente hay que recordarle también que las autovías A-62 y la A-66 siguen llenas de baches, remiendos y socavones. Autovías que deberían ser la puerta de entrada para empresas y turistas, convertidas en un campo de pruebas para amortiguadores. Salamanca se queja, los conductores se desesperan y el Ministerio responde con silencio o con esos parcheos que tanto le gustan a Puente y que son pan para hoy y hambre para mañana.

Lo mismo pasa con la entrada a Salamanca por el Helmántico. Se han hecho expropiaciones y se han aprobado proyectos, pero cualquiera que circule por allí sabe que la capital sigue recibiendo a sus visitantes con un embudo inadmisible.

Estos son los grandes logros del Ministerio de Transportes: el tren a Lisboa que no llega, la electrificación que no acaba, la Ruta de la Plata que se pospone, las autovías llenas de baches y los accesos que nunca terminan.

El irascible Puente podrá decir que las prioridades son otras, que el dinero es limitado o que las obras llevan su tiempo. Son excusas de mal pagador, porque dinero nunca ha tenido tanto un Gobierno como este Frankenstein que preside Sánchez, y las obras llevan todo el tiempo del mundo cuando no hay voluntad de acabarlas. Donde sí dice la verdad el ministro, aunque sea sin querer, es cuando asegura que sus prioridades son otras.

Ahora mismo el Gobierno está muy ocupado en defender a la mujer, al hermano, al fiscal y a los exsecretarios de Organización del PSOE, en atacar a Israel, en repartir prebendas a sus aliados separatistas para ver si le aprueban los presupuestos... no les queda tiempo para pensar en el futuro de una tierra a la que odian en la intimidad porque aquí no rascan votos. Están a salvar su trasero, como para acordarse de Salamanca.

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