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Una conferencia trampa

La reunión de presidentes autonómicos con Sánchez era una maniobra para distraer la atención de los escándalos de su Gobierno

Domingo, 8 de junio 2025, 06:00

Como siempre tratándose de Sánchez, la Conferencia de Presidentes del pasado viernes era una trampa y el cebo era el plan de vivienda. El primer objetivo, no confesado pero obvio, era desviar la atención de la opinión pública de otros asuntos más escandalosos, como por ejemplo las andanzas la fontanera Leire, sus contactos con Cerdán y del resto de las corrupciones socialistas.

Con el conflicto de los pinganillos y la bronca a cuenta del adelanto de elecciones, consiguió Sánchez el objetivo. Si se habla del pinganillo no se habla del olorcillo… a cloaca.

El segundo objetivo era quitarse de encima un asunto que preocupa y perjudica a muchísimos españoles, endiñándoselo a las autonomías. El Gobierno ha provocado un grave problema de precios altísimos y de falta de oferta de compra y de alquiler en España, con sus leyes y sus normativas de persecución al propietario/arrendador y apoyo al okupa. Y ahora quiere socializar el fracaso invitando a las comunidades autónomas, que pagarán una parte del plan para construir nuevos pisos y cargarán con las culpas cuando naufrague. Sánchez ha tenido siete años para cumplir su promesa de levantar 150.000 pisos y no ha construido ni uno. Como nunca reconocerá su ineptitud, pretende pasarle el muerto a los presidentes autonómicos. Nada nuevo en su caso.

Los barones del PP acudieron al evento unidos bajo la consigna de exigir elecciones anticipadas, pero divididos en cuanto al pinganillo. Unos se lo colocaron para seguir las intervenciones en vascuence y catalán, otros, como el presidente de la Junta de Castilla y León, no se colocaron el aparatito pero permanecieron en sus asientos, y la que siempre da la nota, la presidenta de Madrid, salió a tomar el aire para denunciar el bochornoso espectáculo de los supremacistas que se sienten diferentes y mejores que el resto. Alberto Núñez Feijóo no consiguió ponerlos de acuerdo en ese detalle.

Y en cuanto a la petición de elecciones... Sánchez se partió de la risa. Alguien debería decirles a los dirigentes del PP que están perdiendo tiempo y saliva. Sánchez no se arriesgará a que le echen de la Moncloa mientras haya quien le mantenga. Y sus amigotes disfrutan haciéndole pagar la habitación.

Mañueco llegó a la conferencia sabiendo ya que se trataba de un encuentro «al estilo Sánchez», sin trabajo previo «y con absoluta falta de rigor». Por eso salió más enfadado que decepcionado, pinganillos aparte. El presidente castellano y leonés se negó a utilizar la traducción simultánea, pero no se fue a dar una vuelta como Isabel Díaz Ayuso. Y lo que más le dolió fue la oferta del plan de vivienda, que en una situación de normalidad debería unir a todas las administraciones, pero con la absoluta anormalidad impuesta por el sanchismo resulta imposible.

Esto es como una comunidad de vecinos. En circunstancias normales, hay que ir a las reuniones, pero esta comunidad está secuestrada por un presidente que amaña todas las reuniones uniendo su voto al 'jeta' del quinto, que no solo no paga las cuotas sino que se lleva dinero de la caja común, con el exterrorista del cuarto que piensa volar el edificio en cuanto pueda, con el comunista del tercero que pretende usar el dinero de la comunidad para su propaganda 'woke' y con el golpista del segundo que intentó tapiar su puerta para no cruzarse con los demás. Y el presidente, que vive en el primero, te invita a la reunión tras haber convertido el piso en una cloaca y haberte echado a ti la culpa, que no has pisado por su casa.

A esa reunión es mejor no ir. Para qué, si el presidente de la comunidad va a hacer, junto a sus compinches, lo que le venga en gana.

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