Cataluña se queda la caja
Sánchez entregó ayer a Cataluña la llave de la caja para que recaude todos los impuestos y luego entregue al Estado lo que le parezca
Pedro Sánchez consumó ayer el golpe definitivo a la unidad de España y a la solidaridad entre los territorios de España. Ayer le entregó a Cataluña las llaves de la caja para que recaude todos los impuestos y después decida qué parte entrega al Estado. Es un atraco a todos los españoles no catalanes que el inquilino de La Moncloa ha perpetrado con el único objetivo de mantenerse en el poder, y de paso consolidar a su bien mandado Salvador Illa al frente de la Generalidad.
A las pocas horas de que el consejero catalán Albert Dalmau y el ministro sanchista Ángel Víctor Torres firmaran el acuerdo que convertirá a Cataluña en un territorio fiscal y financieramente privilegiado a semejanza del País Vasco y Navarra, el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, confirmó que recurrirá «ante todas las instancias posibles, incluido el Tribunal Constitucional», el pacto que hará más pobres a los castellanos y leoneses y más ricos a los catalanes.
Mañueco no cae en las trampas dialécticas tendidas por el equipo de desinformación de Sánchez: que si financiación singular extensible al resto de autonomías, que si no es un privilegio ni un cupo vasco… El presidente de la Junta tiene claro que el acuerdo responde «a la debilidad del Gobierno de Sánchez y se hace por aferrarse unos meses más al sillón de la Moncloa».
Una de estas maniobras orquestales en la oscuridad del sanchismo consiste en prometer que a la vuelta del verano debatirán el cupo catalán y negociarán con el resto de comunidades. Otra mentira como una galaxia de grande. Para el resto quedarán las sobras, porque el sistema de financiación autonómica es una operación de suma cero: lo que unos (los catalanes) van a recibir de más, los otros (el resto de españoles salvo los vascos y navarros) lo van a recibir de menos. Lo demás son cuentos chinos para quien quiera tragárselos.
Otros barones regionales del PP han atacado a Sánchez por este auténtico golpe a la unidad de la nación, pero fue la presidenta de Madrid (¿quién si no?) la más dura. «Salvar la cabeza del presidente nos va a costar España», dijo, porque «la Constitución nunca previó que un tirano se colara en La Moncloa dispuesto a destrozar nuestro país». Y resumió la situación de forma castiza y por derecho: «Él pone la cama y los españoles pagan». Una sucinta referencia a las saunas del suegro.
Mañueco reiteró su intención de recurrir el «cupo catalán» en un acto de homenaje a Miguel Ángel Blanco en Valladolid. Allí recordó también la traición de Sánchez a las víctimas del terrorismo, porque no otra cosa que una traición es negociar y pactar con los herederos de los asesinos y someter a las víctimas al olvido y la vergüenza. Ya nos hemos olvidado de las veces que aseguró que nunca pactaría con Bildu, que se ha convertido en su socio más fiel junto a lo que queda de Sumar. Nos hemos olvidado de cuando felicitaba a Otegui por la muerte de un preso etarra en la cárcel. Nos hemos olvidado de cómo concedió a los bildutarras la expulsión de la Guardia Civil de Navarra, o de cuando pactó con ellos la Ley de Memoria Democrática, ese intento de reescribir la historia de España a los dictados de la banda de asesinos.
La destrucción de la convivencia en España es uno de los principios en la forma de gobernar de Sánchez y siguiendo por ese camino Sánchez le entregará hoy mismo al Gobierno vasco la gestión de la Seguridad Social, otro golpe brutal a la caja única y a la solidaridad entre españoles.
En esta bacanal de cesiones a los enemigos de España se confirma que el actual inquilino de La Moncloa es insaciable.