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Sánchez acelera la máquina para reconvertir la democracia española en una autocracia al estilo de las dictaduras caribeñas. El último paso ha sido el asalto al Banco de España, donde el enamorado presidente ha decidido colocar a un ministro en activo, para no engañar a nadie sobre la supuesta independencia de la institución.
Escribá será el gobernador a las órdenes de Sánchez y el Banco de España alfombrará las políticas confiscatorias del Gobierno. El líder supremo el Partido Sanchista criticó en su día a su ahora gran amigo Rodríguez Zapatero por haber nombrado a un secretario de Estado (Miguel Ángel Fernández Ordóñez) como gobernador del BE. Pero claro, lo que hace diez años era un acto impresentable de ocupación ahora se transforma en la solución ideal. No hay mentira ni incongruencia, solo cambio de opinión.
En fin, que Sánchez completa con su esbirro Escribá la lista de instituciones independientes y organismos de contrapeso que ya controla directamente desde la Moncloa, comenzando por el Tribunal Constitucional y siguiendo por el Consejo General del Poder Judicial, la Fiscalía General, el Tribunal de Cuentas, el CIS, Radiotelevisión Española, Efe, Indra, Correos, Renfe, Paradores, AENA, el SEPE o el CSIC.
Quedan por ahí sueltos algunos jueces y unos cuantos medios de comunicación que todavía no le bailamos el agua, pero está en ello.
Para sustituir a Escribá en el Ministerio de Transformación Digital ha sido elegido otro socialista histórico reconvertido al sanchismo, Óscar López, encargado hasta ahora de llevar la agenda de Sánchez y todo eso. López es un viejo conocido de los castellanos y leoneses, que lo sufrimos durante unos años como líder de la oposición, aunque quienes peor recuerdo tienen de sus andanzas son los militantes y cargos del PSOE regional, a quienes dejó en la estacada con los peores resultados de su historia. Entre su desastrosa etapa al frente de los socialistas de la Comunidad y su aterrizaje en el Gabinete de Presidencia , López disfrutó de tres años como presidente de Paradores, con un suelo de 183.000 euros anuales por ver crecer la hierba, mayormente. Ahora, en el departamento de Transformación Digital, podrá dedicarse a las frutitas del Candy Crush. Mucho más divertido.
Escribá, en cambio, tiene por delante una tarea más complicada, porque no le va a resultar fácil justificar como ortodoxa una política económica tendente a la estatalización, el acoso a la empresa privada y a la imposición de los privilegios financieros de las regiones separatistas. Ayer mismo anunció Sánchez una nueva oleada de impuestos, con la excusa de quitar dinero a los más ricos para engordar la Hacienda pública y disponer así de fondos con los que premiar a las autonomías más ricas y repartir algunas migajas entre las más pobres, entre ellas Castilla y León. Dice Sánchez que todas las regiones recibirán más que antes, y puede que incluso lo cumpla (puede ocurrir, aunque ha mentido tanto que sería un verdadero milagro). Lo que oculta el presidente, y eso lo sabemos todos, es que los catalanes recibirán mucho más, y los castellanos y leoneses y el resto de la España fiel recibiremos solo un poquito más. Y esa fiesta la pagaremos todos por igual, no solo a los ricos, que son pocos y no tienen apenas peso en la recaudación.
Con su habitual lenguaje populista de brocha gorda, el inquilino de La Moncloa presentaba ese nuevo sablazo fiscal con un eslogan fabricado a toda prisa por sus asesores: «Más transporte público y menos Lamborghinis». Y lo dice el que no se baja del Falcon ni para ir al servicio.
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