¿Y cuánto aguantará Pedro?
Es la pregunta de la temporada y la respuesta no es fácil porque el presidente se amarra al colchón de La Moncloa como una lapa
La pregunta de la temporada sigue siendo cuánto aguantará Pedro Sánchez. Una cuestión difícil de responder porque el presidente se ha pegado al poder como una lapa y ha dado sobradas muestras de estar dispuesto a todo con tal de permanecer en el Gobierno.
Se oye y se escribe mucho sobre la posibilidad de que la siguiente andanada proveniente de la UCO, de los jueces o de sus amigotes corruptos reventará la legislatura. Que si Cerdán puede desmontar a Sánchez cantando la traviata ahora que está probando el pijama a rayas y la bola en la cárcel, que si podrían salir a la luz pruebas de la financiación del PSOE con dinero de las mordidas del club del Peugeot y eso no hay presidente que lo aguante…
Podría ser que fuera, pero también es muy posible que el presidente continúe aferrado al colchón que se compró junto a su señora esposa nada más llegar a La Moncloa.
Tendría que haber dimitido diez veces por todo lo que los españoles hemos conocido ya de sus dos 'manos derechas', de su amigote Koldo, de su amada esposa, de su queridísimo hermano y de su servilísimo fiscal general, junto a felonías y canalladas como la inconstitucional (diga lo que diga Conde Pumpido) amnistía a los golpistas catalanes, la eliminación del delito de sedición y la rebaja de la malversación, las cesiones a los separatistas y los proetarras, el esperpento de sus cinco días de meditación y la inmediata campaña de persecución a los jueces y a la prensa libre como culpables del «fango» en el que al final se ha visto sumergido…
Debería haber dimitido por sus barrabasadas y sus mentiras, por su incapacidad para gobernar tras haber perdido el apoyo del Parlamento… pero ahí sigue. Ya puede cantar Cerdán y ya pueden los jueces estrechar el cerco, que este personaje no dimite ni aunque le manden a la cárcel, con tal de que le dejen salir los fines de semana en Falcon a dormir en el colchón presidencial.
Otros calculan que algunos de sus socios pueden abandonarle porque seguir apoyando a un cadáver político carcomido por la corrupción puede dañar sus perspectivas electorales. Y podría ser, pero tampoco parece probable. Ya hemos visto ayer cómo los de Sumar amagan pero no dan, se reúnen con el PSOE para dar miedo y salen diciendo que los socialistas no son conscientes de la gravedad de la situación. Menuda tontería. En todo caso, los que tiene que ser conscientes de la gravedad de la situación son los de Yolanda Díaz y actuar en consecuencia. Pero no lo harán.
Y al resto de la tropa de apoyo al sanchismo le ocurre lo mismo, que dónde van a ir que mejor estén, con un presidente grogui dispuesto a pagar con dinero de todos los españoles cuantas prebendas le soliciten. Porque el desgaste electoral por apoyar la corrupción va a ser igual para todos, para Sumar pero también para Junts, ERC, PNV y Bildu. Solo Podemos puede sacar tajada de los despojos de Yolanda, pero tampoco les servirá de mucho si no tocan el pelo del poder.
Finalmente, están los ilusos que esperan una revuelta interna en el PSOE, con la vieja guardia al frente y algún barón acongojado por sus malas perspectivas electorales (este sí). Que estos ilusos pierdan toda esperanza. No hay más que escuchar al secretario de Organización del PSOE de Castilla y León ayer en Salamanca: «Los socialistas tenemos que salir a la calle con la cabeza alta y con orgullo».
¿Orgullo de qué, señor De la Rosa? ¿De Cerdán y sus mordidas, de Ábalos y sus putas, de Koldo, de Begoña, del Hermanísimo?
Con estos forofos Sánchez aguantará hasta 2027. Por lo menos.
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