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Opinión

El aguachirle de Puente

Una muestra del desprecio del Gobierno es el mal estado de las autovías con esas capas de «slurry», un aguachirle que no vale para nada

Domingo, 28 de julio 2024, 06:00

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El PP se ha lanzado a una ofensiva política y judicial para obligar a Pedro Sánchez a convocar cuanto antes la Conferencia de Presidentes que no se reúne desde hace dos años y medio. Una ofensiva de declaraciones públicas de los líderes populares y recursos al Supremo digna de mejor causa. No entiendo a cuento de qué viene gastar tanta pólvora en un asunto intrascendente. Porque no creo que los mandatarios populares confíen en que Sánchez vaya a dialogar, negociar y llegar a acuerdos con quienes considera representantes lígrimos de la fachosfera.

Al presidente del Gobierno le va más el trágala cuando se trata de políticas compartidas con las autonomías, como es el caso de la inmigración o la sanidad. Lo de negociar lo reserva para los golpistas y los proetarras. Con ellos no solo pacta, sino que acostumbra a ceder en todo, a costa de las espaldas del resto de españoles, que en conjunto le importan un carajo.

Es verdad que el reparto de inmigrantes o el aumento de plazas MIR son cuestiones trascendentales para las autonomías y que la Conferencia de Presidentes debería ser el espacio más adecuado para encontrar soluciones consensuadas. Pero no nos engañemos: el líder sanchista no tiene la menor intención de escuchar y menos aún de coordinar nada con mandatarios del PP.

Así que Alfonso Fernández Mañueco puede desgañitarse exigiendo una convocatoria inmediata y anunciando un recurso al Tribunal Supremo. Es una manera bastante ineficaz de gastar tiempo y energías.

Mañueco añade a esa lista la exigencia de negociar una nueva financiación autonómica, de manera también un poco irresponsable. Porque con este Gobierno cualquier nuevo reparto del dinero del Estado a las autonomías tendrá como beneficiarios a sus socios separatistas. Lo prudente es esperar a que Sánchez sea desalojado del poder (ese día llegará, más pronto o más tarde) y ese será el momento de abordar una financiación más justa y solidaria, en la que por lo menos no nos atraquen a mano armada.

El Gobierno sanchista seguirá riéndose a la cara del presidente de Castilla y León, que solicitaba un millar de médicos residentes para y el Ministerio de Sanidad le ha concedido dieciséis. Un insulto y una manera de decirle a Mañueco: apáñatelas como puedas, que ya vendrá después Luis Tudanca a criticar en las Cortes regionales la falta de facultativos en los centros de salud y consultorios. Y a convocar manifestaciones en defensa de la sanidad pública, para aprovechar el rebufo del desastre. En Madrid te niegan el pan y en Valladolid el PSOE se escandaliza porque pasamos hambre.

El olvido y la marginación constituyen los dos ingredientes de la medicina que Sánchez receta a comunidades autónomas como Castilla y León que no le votan como a él le gustaría y que, por añadidura, no tienen la llave para mantenerle en La Moncloa. Una muestra de ese desprecio del Gobierno sanchista hacia esta tierra lo constituye el abandono de las carreteras del Estado. El informe que hoy publicamos en LA GACETA refleja la pésima conservación de la autovías en Salamanca por falta de inversión y mantenimiento. Así las gasta ese Ministerio de Transportes donde han colocado a Óscar Puente, no para que arregle nada, sino para que insulte desde más alto. Lo que hace Puente en las autovías salmantinas es parchear de la peor manera. Cuando aparecen grietas y socavones, manda echarle una capa de «slurry», que viene a ser un chimichurri o un aguachirle que parece algo pero que no dura nada.

Con este Gobierno no hay nada que hacer. Además, desde el Falcon no se ven los baches.

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