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CUADERNO DE DUDAS

On the beach

Martes, 19 de agosto 2025, 05:30

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Después de pegarse unos cuantos baños en la maravillosa costa del sol, aquel estupendo grupo de amigos comenzó entre risas a despachar unas cuantas bebidas que se habían traído en la pequeña nevera portátil y una maravillosa tortilla de patatas que había cocinado la madre de Yolanda.

De pronto, de improviso, apareció flotando en el horizonte aquella patera repleta de inmigrantes y nada más acercarse a la orilla comenzaron a desembarcar tripulantes saltando y corriendo por la arena de la playa, intentando ponerse a salvo antes de que la Policía pudiera echarles el guante. El primero en reaccionar fue Santi, cuyas tardes curtiéndose en el gimnasio lo habían convertido en un auténtico armario. Ni corto ni perezoso pilló al primer inmigrante, apenas un escuchimizado adolescente y saltando sobre él se sentó sobre su espalda mientras le gritaba: «Quieto ahí, tú ya no te me escapas».

Los demás parecían más pasivos, observando la película entre el asombro y el no saber reaccionar. Alberto parecía subyugado por la fuerza, agilidad y los reflejos de Santi, y así se lo hizo notar animándolo por el trabajo adelantado que eso supondría para cuando llegasen las fuerzas del orden. Ione, sin embargo, parecía escandalizada con el hecho de aquel placaje e increpaba a Santi tratándolo de bestia y salvaje, al tiempo que le pedía que soltara a la criatura que se removía medio asfixiada bajo el peso que se le vino encima nada más pisar territorio español.

Pedro se había puesto en pie pero observaba el griterío completamente superado por los acontecimientos. Por un lado sentía lástima por los inmigrantes que acaban de llegar a la playa jugándose la vida pero por otro les trataba de implorar que depusieran su actitud de escapar, porque llegaban en realidad a un territorio de paz y evolucionado donde iban a sentirse como en casa y bien protegidos.

Yolanda, por su parte, no solo les ofrecía a los recién llegados toallas y vestido sino incluso trataba de compartir con ellos su propia ración de tortilla. «Vosotros tenéis más necesidad que yo, por favor, comed y abrigaros».

Patricia, Oriol y Laura, sin embargo, no solo parecían ajenos al suceso sino que contemplaban los acontecimientos como si mirasen una película en la tele. De hecho, seguían a lo suyo riendo, comiendo y bebiendo como auténticos tragaldabas.

Y usted lector, ¿como cuál de todos estos entrañables colegas del barrio disfrutando de unas vacaciones compartidas en la playa, habría actuado? Mójense que hace mucho calor.

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