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Ahora que Abascal se puso bravo y mandó a freír espárragos a sus socios de gobierno, pónganse un momento en el pellejo de, por ejemplo, esos tres indisciplinados consejeros de Vox en Castilla y León.

Cuesta muchísimo renunciar de la noche a la mañana, por un simple golpe de autoridad del jefe, miedo a que le vengan comiendo el terreno conquistado esos de «Se acabó la Fiesta» o simplemente por levantarse con el pie izquierdo, a toda una serie de privilegios que se preveían duraderos pero que de pronto tienen una caducidad inmediata: julio de 2024. Justo cuando sus señorías estaban preparando tranquilamente las maletas para pirarse de vacaciones y seguir disfrutando a todo tren de la vida y mamando indefinidamente de la teta pública.

Ojo, la expresión «mamando de la teta pública» no es de un servidor sino de su ex compañera de partido, la ilustre Macarena Olona. «No soy ejemplo de nada pero quiero trasladaros mi testimonio -soltó un día antes de borrarse de la primera línea de la política activa aconsejando a los aspirantes al ejercicio de la política con una clarividencia absoluta-. No entréis en política sin tener garantizados vuestros garbanzos fuera de ella porque tener asegurado vuestro sustento fuera de la política es lo único que os va a permitir mandar sobre vuestros principios. Servir desde la política es un privilegio, pero no permitáis ser cautivos de unas siglas, ni de unos dirigentes, ni desde luego de nadie que en un momento determinado pueda hacer que toda la esperanza de vocación de servicio público con la que entrasteis en la vida pública se transforme en intereses espurios, en motivaciones económicas, en seguir mamando de la teta pública porque no tienes otra forma de ganarte la vida».

Gracias a Macarena hoy sabemos que hubo conatos de vida inteligente en Vox y una extraordinaria capacidad para expresar lo que percibimos. El discurso de Olona debería grabarse en el frontispicio de cualquier cámara. Existe el político vocacional, pero sobre todo abunda en la actualidad el que nunca supo ganarse los garbanzos de otra forma distinta a la de chupar de la teta, lo que les convierte en gente cuya principal aspiración es perpetuarse en el poder por encima de cualquier ideología y buena gestión pública, gente que jamás renunciará a sus privilegios e irá enlazando mandato tras mandato sin dejar otra huella que su enfermizo, indecente y desvergonzado apego al poder.

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lagacetadesalamanca Los garbanzos y la teta