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Me gustó mucho ver el pasado viernes en la sala B del CAEM, confundido como uno más entre los fans de Javier Gurruchaga y su Orquesta Mondragón, a nuestro alcalde Carlos García Carbayo, que un poco antes había estado inaugurando en la Plaza Mayor la iluminación del famoso árbol de Navidad mientras un copioso coro de 250 voces elevaban al cielo los acordes angelicales de «Adeste Fideles» o «Benedicat Vobis».

Menos espiritual, la Mondragón aparecía entre telarañas, calaveras y un cuervo negro bautizado por Allan Poe como «Nevermore» y Javier Gurruchaga desenfundaba las pistolas del rock and roll, el blues y el rhythm and blues con canciones bastante más turbias y pecaminosas como «Garras humanas», «Lola, Lola» «Caperucita feroz» o una incendiaria versión del «Anda suelto Satanás» del gran Luis Eduardo Aute. Son efectivamente canciones que vienen a ser la cara B del espíritu navideño y a poner las cosas en su justo punto bajando a ras de tierra y dramática realidad los mil problemas de un mundo, el actual, roto y bien jodido, belicista, intolerante, difícil y cruel ante tanto escapista espíritu navideño y tanta consumista luminotecnia de cuento de hadas.

Carlos García Carbayo no se trajo al concierto la chupita de cuero, ni le vi apurar las correspondientes pintas de cerveza, sino que más bien parecía pendiente de los mil mensajes que le llegarían al móvil, con las correspondientes felicitaciones de la celebración navideña inaugurada en la Plaza Mayor hacía un par de horas, pero allí estaba donde yo no le imaginaba disfrutando como todos nosotros de la voz, la incontinencia verbal y un poco incorrecta del gran Gurruchaga, bastante alejado de los postulados de la derecha y acompañado de una banda fantástica de rock and roll.

Acostumbran nuestros políticos a brillar por su ausencia en este tipo de conciertos y por eso no deja de ser una excelente noticia la asistencia de García Carbayo para todos los que pensamos que nuestros políticos, una vez acomodados a la poltrona del poder, tienden a alejarse y olvidarse muy peligrosamente del mundo que habitaban para enclaustrarse en los nobles despachos, levitando sobre las alfombras mullidas de las más altas instituciones, muy cómodos y encarcelados en sus tupidas agendas y horarios de gente importante e inaccesible donde parece inverosímil que quepa una concierto de rock and roll en la sala B del CAEM donde no existe ni un solo asiento confortable donde pueda repantigarse el personal. Ojalá se repita con más frecuencia.

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lagacetadesalamanca Fan de la orquesta