Secciones
Destacamos
Encontré hace unos días a la venta en el Casino un voluminoso libro recogiendo las columnas que en este periódico fue publicando Alberto Estella, a quien tantísimo se echa de menos y aunque el libro ciertamente pesa tanto como una o dos catedrales, lo cargué al hombro y me lo traje a casa.
Es una delicia volver a reencontrarme con aquellas columnas, incluso ahora, tan caducadas las perchas que motivaron aquellos escritos, porque resulta que Alberto era tan rematadamente divertido, culto, inteligente, políticamente incorrecto y escribía tan rematadamente bien que lejos de quedar obsoletas sus columnas siguen tan frescas y saltarinas como truchas recién pescadas en el Tormes. Y eso a pesar de que sus opiniones y las mías no podían estar más alejadas que las de dos forofos, uno del Madrid y otro del Barça, comentando las incidencias del clásico del próximo domingo.
Una de las mayores desgracias de los últimos años en este país, es que los actuales políticos por puro interés en conservar o conseguir la poltrona en la que ansían eternizarse (algunos ni siquiera han ejercido otro oficio que la política) se emplean tan a fondo en sembrar el odio y la discordia entre los ciudadanos que cada vez resulta más difícil entender que alguien tenga interés en escuchar lo que puedan opinar nuestros semejantes si resulta que no comulgan con nuestras ideas, cuando lo realmente interesante es precisamente escuchar respetuosamente la voz de los que opinan diferente a nosotros para comprobar si por casualidad estuviéramos pasando por alto algo importante o nuestro pensamiento no fuera tan infalible como nos creemos.
Es una pena y una auténtica desgracia de nuestros días, que no hayamos sido capaces de pararle los pies a esta clase política que usa mil tretas para tratar de enfrentarnos a los unos con los otros por cualquier motivo y que cifran todo su porvenir y sustento precisamente en crisparnos y enemistarnos, cuando en realidad no hay nada que mejor defina una democracia viva y saludable que el hecho de compartir diferentes ideas. Seguramente no hay nada más hermoso y que más nos aporte que escuchar y leer con atención todo lo que tengan que decir aquellos que no piensan exactamente lo que nosotros.
Pero estoy seguro que aunque en esta ocasión no me llegue uno de aquellos habituales whatssap que solía enviarme Don Alberto, en esto, y sin que sirviese de precedente, sí que estaríamos totalmente de acuerdo.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.