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Me gustaría escribir(les) de lo que se siente con un gin-tonic de «Monkey 47» frente al océano. Lo normal: el sol sobre la espuma de las olas, tatuajes imposibles, dentaduras perfectas, una buena versión del «Tainted Love» de «Soft Cell» (Jamie Jones 4Z Remix) y poemas selectos en inglés de Fernando Pessoa que me hacen añorar Durban. Sudáfrica, siempre/siempre, en mi corazón….

…Pero hoy no toca Durban. No gin-tonic. No música. No Jack Nicholson paseando por Saint-Tropez en el año 1976. No viaje con mamá a Tánger. No Nueva York al fondo. Hoy toca el artículo habitual previo a cada consulta electoral: vayan a votar. Los progres de los setenta (nada que ver con la basura «woke» de hoy) tenían razón: no nos mires, únete. Hay que unirse en el voto: el domingo nos vemos en el colegio electoral. Si no votas, no te quejes; si no votas, no opines; si no votas, tú eres parte del problema. Sí, lo sé: la mayor parte de los que se presentan en las listas son unos payasos, unos mentirosos, unos horteras y unos pelanas. Y payasas, mentirosas, horteros y pelanos, tómbola de los Hermanos Cachichi premiando, llévense su peluche-concejal a casa… Pero, ¿qué hacer si no votamos?, ¿lamentarnos a toro pasado? No way José.

Hoy toca hacer un llamamiento al voto y también a la razón. Un día sin televisión y una ducha con agua fría obran milagros: piensen, siéntanse útiles, porque es verdad, sus votos cambian el mundo, o deberían. No tiren la toalla, es lo que quieren tanto los radicales como los inútiles: el poder ilimitado e impune.

Por lo tanto, hagan uso de algo que no es una palabra, es una acción: reflexionen. Y después voten. Y no voten contra. Voten a alguien, voten con gusto, no con rabia. Con cabeza: los experimentos en el bar. Otro gin-tonic, por favor. Y de ejemplo me pongo yo mismo: soy la persona más anti-Partido Popular que conozco, pero votaré al Partido Popular que, como la democracia, es lo menos malo que me ofrecen. Y este es un verdadero lujo de la libertad, donde sale el americano que llevo dentro: no tener miedo a hacer público mi voto. Vota. Voten.

Llega el domingo y es fiesta doble, por domingo y por ser día de elecciones. Voten y váyanse a comer con su familia, con sus amigos, discutan, celebren su voto, la grandeza de votar y el orgullo de hacerlo. Compártanlo con los niños. Sean conscientes de ese nanosegundo en el que dejan caer su voto dentro de la urna, wow!! Me encanta. Francisco de Vitoria, allá voy.

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