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Valencia, fun-fun

En esto estoy con Vox: no hay nada que celebrar mientras la Constitución siga secuestrada y obligada a prostituirse

Sábado, 14 de diciembre 2024, 05:30

Ocurrió con Haití, con Siria, con Libia, con Venezuela, con Ucrania. Lo olvidamos todo. Y ahora toca Valencia. No han pasado ni dos meses de la catástrofe y Valencia ya pasó a la historia. Necesitaríamos al Tom Cruise de «Algunos hombres buenos» para atar los millones de cabos sueltos que quedaron entre el barro del 29 de octubre, con el Estado español puesto contra la pared por su escandalosa dejación de funciones… Alguien debería ser señalado y debería pagar por ello.

El Gobierno en pleno debería sentarse en el banquillo, empezando por su presidente y siguiendo por varios de sus ministros y numerosos altos cargos y funcionarios. Sin olvidar al inútil de Mazón, que ahí sigue, aferrado al cargo y bien bronceado, pues las ojeras son para los muertos. Pero no, no se preocupen: España se dispone a asaltar la bandeja de polvorones y ya nadie recuerda las dos frases de Pedro Sánchez que le deberían perseguir hasta la tumba, pasando por el penal: «yo estoy bien» y «si quieren algo, que lo pidan». Españistán con luces de Navidad, fun-fun.

Mientras tanto, seguimos trasegando ayuda humanitaria para Valencia. Ni un solo españolito se ha quedado atrás supliendo las obligaciones del Poder público, llenando almacenes y furgonetas, inundando con millones y millones de euros mil cuentas bancarias con la palabra «DANA». Ayuda, colabora, sé solidario. El Estado no existe, lo hemos visto en directo y televisado. Estamos solos y la realidad así nos lo ha hecho saber. En esto estoy con Vox: no hay nada que celebrar mientras la Constitución siga secuestrada y obligada a prostituirse. La Constitución no necesita homenajes huecos de quienes la corrompen y la ignoran cada día mientras viven de ella como millonarios. Se llama hundir el Estado desde las instituciones del Estado y con el dinero del Estado. Aplausos de sus señorías.

Pero vuelvo a Valencia, que la ira me saca del camino. Seguimos -decía- donando y los voluntarios no cejan en su empeño de ayudar. Pero las preguntas crecen como setas tras la riada: ¿quién canaliza semejante cantidad de ayuda material?, ¿quién controla que las cargas lleguen a su destino, que no acaben en mercadillos clandestinos o caducadas y perdidas en almacenes de polígonos remotos?, ¿quién? ¿Y el dinero?, ¿quién controla los cientos, seguro que ya miles de millones de euros donados por particulares y empresas?, ¿quién? ¿Quién audita que ese canchal de dinero llegue a la reconstrucción de la vasta zona afectada? Quédense con la pregunta: ¿quién? Respuesta: fun-fun.

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