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En lo posible, no me gusta hacer esperar a mis compañeros de Redacción por mis artículos, por lo que el martes a medianoche, con la fresca, me senté tranquilamente, abrí mi «HP Pavilion» y me serví un tequilita de las buenas ocasiones, un «Patrón El Alto». Dejé escrita la columna que tendría usted que estar leyendo ahora, pero no, la tuve que meter en el cajón. Cambio de tercio, pues la actualidad manda. Y es que ayer por la mañana, estando en mi coche en la congestionada Torres Villarroel, escuché en la radio en directo la «declaración» de la tal Leire Díez, una mindundi conocida hoy por toda España como una «fontanera» de las cloacas del PSOE que, con las artes sucias y desesperadas del «sanchismo», busca acallar la labor de la Guardia Civil, de la Justicia y de quien se ponga por delante de esta maquinaria socialista (pobre socialismo) de miedo, caos, corrupción y totalitarismo.
Estaba junto a los cines «Van Dyck», cuando me quedé a cuadros y casi sin resuello. Estos tíos, tías y parásitos afines siempre superan sus propios saltos mortales de la ignominia, la caradura y sobre todo la cutrez, lo feo, lo hortera, lo pendejo (el tequila también me aporta léxico). No conocen el miedo ni la ley, pues los dictadores están tocados por la varita mágica de la impunidad, y esto es lo que les hará caer con estrépito, aunque eso sí, dejando a España hecha unos zorros.
No daba crédito a lo de «la» Leire, Choni Leire, una que dice que es periodista, pero que no es «fontanera y cobarde». Puntualizo: y a mí, a los españoles qué nos importa lo que sea o deje de ser, nos importa que indeseables como ella estén hurgando en las estructuras del Estado con el fin de derribarlo como parte de una mafia (por cierto, el domingo todos a Madrid, por la democracia). Decía «la» Leire que estaba investigando para un libro, que ella «hace» (sic) libros, pero… ¿qué libros puede «hacer» una individua que no sabe leer ni hablar? Lo de ayer en un hotel de Madrid, más el numerito de Aldama, otro cuate de la mafia, fue de traca y me hace sentir un señor extraterrestre en mitad de este follón de palurdos y gánsteres. Nuestra nación en el sumidero mientras la prensa extranjera se ríe a mandíbula batiente y se pregunta qué fue de España. The party is over. El epílogo se lo robo al alcalde de Madrid, Martínez Almeida: «Nos toman por gilipollas» estos pinches mafiosos.
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