¿Hasta dónde, Sánchez?
Hasta hace unas semanas era «optimista» y podía vislumbrar la caída de Sánchez. Craso error, pues hoy me siento encerrado en una habitación pequeña, vacía y completamente a oscuras en la que se repite una grabación de este tío con esa voz suya tan insoportable, la voz oficial de la mentira y el atraco: «los españoles y las españolas», ¨los españoles y las españolas», «los españoles y las españolas». Qué locura, sí.
Estábamos, todos, equivocados. Sánchez no es un psicópata, ni un corrupto, ni un majadero que le declara a Israel la guerra nuclear. Es un monstruo fuera de control. Como escribió el otro día en la red X la activista británica Kellie-Jay Keen, «ya no se trata de izquierdas contra derechas, a lo que nos enfrentamos ahora es al bien contra el mal». Anótenlo: el bien contra el mal, pues esta es nuestra guerra, no Gaza, que no nos confundan destrozando la Vuelta Ciclista o con Bardem -siempre los mismos- dando el mitin sobre las glamurosas moquetas de Hollywood con un edredón a modo de kufiya palestina, «amosnomejodas».
Estamos en guerra, una guerra híbrida desatada por el «sanchismo» -extensión bolivariana del peor «wokismo»-, y vamos perdiendo, pues el mal conoce recovecos que el bien no es capaz ni de imaginar, de ahí su éxito. El Mal con mayúsculas, el diablo al frente de un consejo de ministros con una cohorte interminable de vividores, chaperos ideológicos, periodistas al dictado, manifestantes-de-guardia y votantes programados. Todos con un objetivo bien claro: reventar el Estado de Derecho. Y ahí tenemos a Ione Belarra e Irene Montero, como horrorosas representantes del lumpen caviar que creció como la espuma con Podemos y el «sanchismo». Y nos pilló bailando, incluso a gente sensata como Pérez Reverte, que todavía hoy dice que al principio creyó en ellos. Aquello, cándido Arturo, ya se veía como el principio del fin. Pero seguimos bailando aun asustados, acorralados, acribillados a insultos. El Mal ha hablado y ha sentenciado: somos fachas y nazis, Y yo, además, judío y sionista. La degeneración de la especie, nazi, judío y sionista…
Pero la cuestión ahora mismo, mientras aún no hemos sido detenidos o purgados, es saber hasta dónde llegará Sánchez en su camino de destrucción, en las antípodas de la obra de Santa Teresa de Jesús, que tanto bien haría a estos asesinos de la convivencia. ¿Hasta dónde, Sánchez?