Secciones
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
En los seis años que llevamos de «sanchismo», que en el argot franquista sería el sexto año triunfal, han pasado muchas cosas y ninguna positiva para nuestro progreso y bienestar social y democrático. Seis años dedicados a desmontar el Estado en busca de una especie de «nuevo amanecer» que dé gloria y poder eterno al amado líder Sánchez, Pedro Sánchez, al mando de la revolución de los pollos sin cabeza —empezando por Óscar Puente y siguiendo por ejemplo con Ábalos, elijan «pollo»—.
Pero dejando a un lado los grandes actos de destrucción masiva, como la caída del orden constitucional, ahora en suspenso con la leve esperanza que aporta el nombramiento de Isabel Perelló como nueva presidenta del Poder Judicial, hollemos terrenos más cercanos a nosotros, «we, the people». Hablemos de esas «tonterías» con las que no pierde el tiempo la política, y menos la «sanchista», como es la gestión y las minucias de su día a día: sanidad, educación, defensa, las relaciones exteriores o el equilibrio presupuestario… Qué son esas minucias frente a la regulación de los tapones de las botellas... No se gestiona nada, pero la presión fiscal crece y crece no para satisfacer los servicios de todos, sino los costosos peajes políticos con cargo a la deuda pública, que es una fórmula de asalto al Estado.
Y en Salamanca, nuestro pequeño mundo, insignificante para ellos, esa situación de absoluta falta de gestión no sólo es evidente, sino que la sufrimos violentamente cada ciudadano, pues violencia es no tener unos servicios dignos; es ver pasar el tiempo, las décadas, sin que nada cambie, sin que nada mejore. Nos han hecho especialistas en dejar pasar el tiempo. Somos la eterna imagen de Castilla: el poyo, el abuelo, el cigarrillo eterno. Miseria y soledad hasta vaciarnos, la España que ellos y sólo ellos han vaciado con su ineptitud mientras seguimos preguntándonos ¿y Salamanca para cuándo? Y no es sólo cosa del socialismo bolivariano de Moncloa, pues la oposición sigue desaparecida o tomándose unos vinos en ese megaproyecto que es una caseta de feria, lo más grande que se ha hecho desde la construcción de la presa de Asuán.
Ni trenes, ni autobuses, ni circunvalaciones, ni mantenimiento de carreteras, ni sector primario, ni museos, ni minas, ni Patrimonio, Salamanca lo tiene casi todo por hacer (casi todo perdido) mientras los salmantinos cumplimos religiosamente con Hacienda como los de Valencia, los de Bilbao, o los de Valladolid… Sólo «Nicolás» Zapatero, justo es reconocerlo, hizo algo por esta tierra yerma: nombrarnos supervisores de nubes.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.