La pasarela
Circunscribiéndonos a lo más inmediato, a lo que más nos debería importar, que es Salamanca, insisto en que nuestra situación de abandono criminal por parte del Gobierno central traspasa todos los límites de la debida responsabilidad y obligación políticas. Carreteras e infraestructuras ferroviarias son nuestras dos principales carencias, pero ni siquiera Madrid hace frente a un mantenimiento mínimo que facilite al menos seguridad. Los casos de las deterioradas autovías A-66 y sobre todo A-62 son de juzgado de guardia, mientras el Ministerio hace oídos sordos a las reclamaciones ciudadanas. Llegados a este punto, creo que sería el momento de movilizarse y cortar las autovías, como ya se hizo en tiempos con la N-620, la «carretera de la muerte». Lo que está claro es que hay que hacer algo, pues si España está siendo saqueada por el bandolerismo de izquierdas, pájaros de izquierdas, Salamanca -y similares- no figuran ya ni en los mapas, y sus ciudadanos somos meros figurantes, aborígenes abandonados a nuestra suerte… pero con obligaciones fiscales…
Y un ejemplo del abandono al que nos someten, maltrato más bien, lo vemos desde hace meses y meses en Carbajosa, en la circunvalación situada junto a los laboratorios MSD, donde el Gobierno, según reza la valla publicitaria del «chavismo», levantaba por medio millón de eurazos de presupuesto una pasarela peatonal que salvara la calzada. Y ahí se ha quedado la pasarela, a medio construir, como consecuencia de alguna quiebra o de alguna «mordida» mal dada… Es decir, ni siquiera tenemos derecho a una obrita menor como es esta, aunque también financiada gracias a fondos europeos dentro del plan «de recuperación, transformación y resiliencia», ya digo, todo muy «chavista», y todo por hacer.
Esta no-pasarela es en sí misma un monumento a la desvergüenza política y principalmente a la ineficacia del sistema, incapaz de ejecutar (o hacer ejecutar) un pequeño proyecto sin ninguna complicación técnica, pero que ha quedado ahí varado para nuestro sonrojo e indignación. Esta pasarela peatonal de Carbajosa que venden para «protección de usuarios vulnerables» -cuando en realidad vulnerables somos todos- es en realidad La Pasarela, un santo y seña de la corrupción, pues corrupción es también estar en manos de inútiles «transformadores y resilientes».
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