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Ahora que se ha bajado el telón del espectacular musical «Malinche» en Madrid para levantarse en Ciudad de México, es buen momento para recordar la épica producción de Nacho Cano sobre la conquista de México por Hernán Cortés, descubriendo para muchos un personaje clave en el devenir de la Historia, de nuestra Historia común a ambos lados del Atlántico, como fue la de Malinche, considerada además símbolo del mestizaje como madre de Martín Cortés, primogénito del conquistador extremeño. Ya que la Historia la esconden en las escuelas y en según qué regiones, que la cuenten al menos los musicales…
«Malinche», obra de uno de nuestros genios, y por lo tanto enemigo frontal de ese «sanchismo» que grita «¡muera la inteligencia!», bien podría haber tenido en su día su estreno mundial no en Madrid, sino en Salamanca, pues el vasto montaje del ex Mecano se inicia con el joven Cortés en las aulas de la Universidad de Salamanca, ciudad que nunca ha sabido valorar, reconocer, difundir y rentabilizar su crucial papel en el descubrimiento y evangelización del Nuevo Mundo. Resumiendo: tapa de chanfaina sí, Hernán Cortés no. No será nunca tarde para que aparezca algún iluminado que reclame la retirada del medallón de Cortés de la Plaza Mayor o que alguna ley de desmemoria histórica dicte su expolio. E irá el PP, como ocurrió con el medallón de Franco, y rendirá honores a esa desmemoria y al blanqueo.
Y aprovechando el próximo año la celebración del V Centenario de la creación de la Escuela de Salamanca por Francisco de Vitoria, qué bueno sería que «Malinche» le pusiera música y argumentos aquí, que falta nos hace aunque sea a través de un espectáculo de masas. Pero me temo que ni Hernán Cortés (¡¡asesinooooo!!, Cortez the Killer, la canción que le «dedicó» Neil Young), ni mucho menos la Malinche o la importancia de nuestro pensamiento y civilización en América, serán objeto de consideración en la efeméride del próximo año, que volverá a ser otra oportunidad perdida para nuestra ciudad, para nuestra Universidad, ambas nadando en un mar de incertidumbres. Además, algo tan popular y tan cierto como lo que se canta en «Malinche», es objeto de desprecio: «Soy puro americano, mexicano y español. Orgulloso de mis comienzos, de mis genes y el encuentro». Y además, y cómo no, certificado por el diario «El País»: lo de Cano no es más que «la propaganda anti-leyenda negra de siempre… La necesidad de cierto sector de España de justificar la opresión colonial». ¡Toma ya! Viendo a estos españoles de hoy, lo que no sé es cómo llegamos ni a Canarias.
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