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De macarras y otros. El Aldama, el Koldo, el Ábalos, la Jessi, la Bego, el Ortiz… Hasta tenemos a un director de orquesta «empotrado» en Badajoz. Sí, en Badajoz. «El Padrino» de Coppola versionado por Pajares y Esteso. Elijan personaje, que siempre toca en la tómbola de Sánchez: de una manera u otra todos están contaminados por la sospecha firme. Entre tanto, la sociedad asiste desarmada a una gran bacanal de corrupción y parálisis institucional, donde sólo los hijos de puta y los lerdos aún andan sueltos por ahí, unos aplicados en destruir España -y van ganando- y otros en dar fe de vida al acento «andalú» y al «extremeñu». Si les soy sincero, y ya que citaba a Coppola, cómo me gusta el olor a napalm por la mañana…
Estamos, ¿acaso no es obvio?, en un punto de total desolación y abandono. La mayoría secuestrada no podemos más y se palpa en el ambiente por muy llenos que estén los bares. Vivimos el día a día avergonzados, aunque muchos hayan optado por rendirse y fortificarse en casa a la espera del repartidor de «Amazon». La democracia metida en una caja de cartón tutelada por un código de barras.
Mientras tanto, el Aldama vuelve a pasearse delante de un juez en un «Q8», ahora acompañado de un matón de discoteca. Son la nueva clase social: matones, porteros de puticlubs y directores de orquesta tupiéndose a langostinos de Mozambique en «El Cristo» de Elvas. «Progres» a todo trapo. Y nos preguntamos desde este zulo llamado España, cómo es posible que nos hayamos convertido en esta basura de sociedad cuando la mayoría somos ciudadanos coherentes, dignos, sacrificados, buenos contribuyentes y equilibrados. La respuesta es tan sencilla como tenebrosa: vivimos ya en una dictadura de facto en la que las botas y los sables han sido sustituidos por toneladas de panfletos tóxicos y por mucha mediocridad, hasta haber convertido los consejos de ministros en atrezo de «Los Simpson» y a la Jessi en un personaje de Estado con derecho a roce. Aquí el guion exige a un ministro chupando con fruición el cigarrillo y atizándose otro lingotazo de «Johnnie Walker». Házmelo otra vez Jessi.
Y así hemos llegado a este punto, entre comisionistas, señoritas de compañía y políticos y sus palmeros, sin más objetivo en la vida que el poder y el vicio, toda una declaración mafiosa por si alguno sigue en las nubes esperando al de «Amazon».
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