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El desencanto de la sociedad con la política es ahora mismo un abismo demasiado grande como para sostener el sistema, al menos uno democrático; nuestros políticos nos han convertido en unos descreídos, y los valencianos están teniendo la prueba a dolor vivo y sin anestesia, habiéndose topado con una nación, con una región, con unas instituciones y con unos políticos que no han sabido aportar nada salvo molestar, tirarse los trastos entre ellos y, como en el caso de la ministra de Defensa, la infame Margarita Robles, vocear a los damnificados en sus mismas caras al grito de «¡yo no tengo la culpa!», como ocurrió en Paiporta ante unos vecinos que simplemente reclamaban más efectivos militares y maquinaria. Así están las cosas: «¡yo no tengo la culpa!», que traduciendo a la ministra en román paladino quiere decir que «me importan un comino vuestras miserables vidas».
Desde el 11-M, y apoyado por el tsunami «woke» que vino desde los EE.UU., toda coherencia ha colapsado para dejar paso a un mundo de locos y a unas políticas populistas disfrazadas de progresismo, consenso, diálogo y democracia, como bien estamos sufriendo en España con el Frente Popular de una ultraizquierda encabezada por el PSOE de Sánchez.
Y aquí estamos, bajo el fuego cruzado de una guerra desatada por el «sanchismo» contra todos, contra la Justicia, contra la oposición, contra los medios independientes y en general contra la ciudadanía, masacrada moralmente más allá del terror fiscal y burocrático. Con ello están consiguiendo su objetivo: que el elector abdique de su primer derecho para dejar campo libre a una democracia sin votos. La coartada perfecta para el tirano. Por esto, por la defensa de nuestro sistema de libres e iguales, no debemos caer en el desánimo creyendo que esto ya no tiene solución; tal sentimiento es comprensible, pero hay que evitarlo. El día 27 escuchaba una entrevista en «EsRadio», que les recomiendo buscar, con la vallisoletana Miriam González, una influyente abogada europeísta y fundadora de la plataforma España Mejor (esmejor.eu), cuyo objetivo es aglutinar ideas y propuestas para fortalecer y modernizar nuestro país. González decía que en cada reunión se encuentra de entrada con la misma frase desalentadora al hablar de los políticos, «son todos iguales», pero que hablando esa triste percepción podía encontrar un resquicio de esperanza, que es lo que nos queda. Cada uno en nuestros ámbitos, no podemos tirar la toalla. Si lo hacemos, ellos, los malos, ganan.
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