Un hombre digno
Mientras Europa se va al infierno, y no le falta razón a Trump, el Louvre es asaltado a plena luz del día, y Pedro Sánchez ... hace el ridículo a ritmo de la «Bella Ciao» con sus colegas sociatas, el expresidente de la República francesa Nicolás Sarkozy ingresaba el martes en la prisión parisina de La Santé tras haber sido condenado a cinco años de cárcel por la financiación secreta de la Libia de Gadafi de su campaña presidencial de 2007, delito del que el ex jefe del Estado galo siempre se ha declarado inocente y víctima de la injusticia y de la venganza.
Pero lo que me quedó grabado, máxime en estos tiempos de terror político, moral y bélico, de crispación y de odio por todas partes, ha sido la escena de Sarkozy saliendo de su domicilio en el exclusivo distrito 16 de París de la mano de su esposa, Carla Bruni, entre el griterío de sus admiradores, incapaces de comprender la entrada de «Sarko» en prisión tras una década de batalla judicial.
Fue un momento excelso el que ofreció el matrimonio Sarkozy, pues en ese breve recorrido hasta el coche que le llevaría a La Santé, la dignidad de un hombre se apropió del mundo, al menos para quienes aún vemos en esos gestos de entereza humana un triunfo, aunque vayas directo a una prisión, aunque hayas sido el mismísimo presidente de la República francesa.
Veo y vuelvo a ver al expresidente galo camino del coche celular y ese derroche de dignidad me congracia con Dios y con el hombre, no digamos desde esta España tan herida por el delito, el delirio y la sensación de impunidad que nos envuelve y nos enferma. En estos tiempos catatónicos, en los que todo vale, en los que todo se digiere, hasta la mierda, cuánto habría que aprender. Esa pequeña gran dignidad que mostró Sarkozy, qué bien le vendría a los Ábalos, a los Koldos, al Gobierno corrupto (Yolanda Díaz, gracias por reconocerlo al fin). Hasta un presidente encarcelado nos da lecciones.
Imaginemos pues un chute de dignidad en la España a la que nos ha traído Pedro Sánchez en aquel infame «Peugeot 407», y en la que ya sólo se oyen salvas de mentiras y los gruesos insultos que recibe el presidente vaya donde vaya, conscientes como somos de que nuestro país ha sido arruinado, desprestigiado, y saqueado por este Gobierno hecho de despojos y ocurrencias, la última, la del cambio horario. Lo que sea por hacer ruido.
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