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España es un país que sólo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Pero pasa la tormenta y vuelta al botellín, a la «champion lí» y ancha es Castilla.
Con el apagón del lunes volvió a abrirse el debate sobre los enchufados de la política, de la empresa pública y de la administración, en definitiva de las puertas giratorias por las que circula todo tipo de pendejos y, en general, una legión de inútiles e ignorantes que asusta, tiralevitas profesionales que se esconden a la sombra de sus amos políticos. Hay disfraces para todos en esta loca representación nacional del Principio de Peter: de asesor, de director de comunicación, de jefe de Gabinete del jefe de Gabinete (no es broma, es Moncloa en estado puro), de concejal, de senador titulado en Instagram, de multimillonario con el graduado escolar justito (Javier de Paz, el de «Teléfónica»), o de presidente de empresas públicas o participadas, como Red Eléctrica Española, cuya presidenta es la exministra Beatriz Corredor, la responsable del apagón que no dimite porque la cosa no va con ella, ¡que enciendan una vela, joder! Son la guardia de corps de los todopoderosos de la política. El de abajo sostiene al de arriba, el de arriba al siguiente y así hasta el infinito. Lameculos sin dignidad ni alma a cambio de tener un modo de vida, una moto, un plato de jamón, un «iPhone», unas vacaciones en Chiclana, un catálogo entero de «sobrinas»... Así están las cosas y empeorando.
Urge, y el PP debería estar trabajando en ello para ofrecer una verdadera regeneración política, social y democrática, reconducir esa deriva de corrupción silenciosa generalizada que impide el normal funcionamiento social. Los intereses espurios y el amiguismo están acabando con toda organización, y la falla total en el suministro eléctrico del lunes ha sido la mayor prueba de incompetencia y abandono que se haya visto en una nación presuntamente moderna y desarrollada. Yo al menos nunca imaginé que algo así podría llegar a suceder. Usted tampoco. Y no fue un problema técnico, fue una cadena de errores provocada por tontos al mando que han decidido poner -y pueden hacerlo- nuestras vidas en cuarentena. Urge pues acabar con este clientelismo criminal de la política, hoy convertido en moneda de curso legal. En definitiva, hay que acabar con la España parasitaria que han promovido nuestros «representantes» y que ya está poniendo en peligro nuestras vidas, ¿tendremos que soportar más apagones? ¿qué será lo siguiente, el envenenamiento del agua? Inútiles y pelanas de España, go home.
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