Son las 5 y no ha comido
Otro día más, ¡qué pesadilla! Otro día más, no queda otra, escribiendo sobre Pedro Sánchez y el «sanchismo», del hedor y el horror que emanan de su Gobierno, de su organización (queda claro que el PSOE no es ya un partido, sino la secta del reverendo Sánchez). Otro día de lucha contra esta locura que ha puesto a España, literalmente, de rodillas ante los propios españoles y ante el mundo. Somos, es Sánchez, el hazmerreír de Europa y los ciudadanos de bien, la mayoría, estamos encerrados y perdidos en «el laberinto de la soledad», haciendo un guiño al título del magistral ensayo de Octavio Paz.
Pero todo lo que le preocupa a Sánchez es que «son las 5 y no he comido», como dijo el otro día en una de sus alocuciones chavistas (o mañaneras mexicanas). Desde luego, este tío más allá de su abyecta personalidad ahormada a Zapatero, está completamente ido, es un zombi, un boxeador sonado deambulando por el ring. Pero quiere morir matando (matando más, quiero decir) y hará todo lo posible porque así sea con el apoyo de sus leales, de sus diputados, de sus votantes, que creen vivir en la Guyana a la espera de que Jim Sánchez Jones ordene el suicidio colectivo que les libre de la derecha, de la ultraderecha y de todos los fachas que la tenemos cogida con él, con su familia, con su Gobierno, y con sus socios, a cuál más apestoso e inmoral.
Sánchez hace tiempo que ha llegado al final de su recorrido, pero como escribía el pasado sábado, sigue suelto, echando sus espumarajos típicos por la boca: la culpa es del PP y de cualquiera que no siga a su secta, su «templo del pueblo», como sí hacen sus acólitos, que cierran filas con su zombi, ¡no sin mi zombi!, gritan Serrada y Pablos, que el otro día aparecían tan felices en una foto junto a Cerdán, a quien hoy ni conocen, cosas que pasan.
Pero la cuestión urgente es que así no podemos seguir ni un segundo más, los españoles, como decía un reciente editorial del «Times» británico, nos merecemos algo mejor, cualquier cosa menos a este muerto de hambre, nunca mejor dicho. Merecemos a Snoopy, a Feijóo, a Abascal, a Nacho Cano, a Ronald Reagan, a Los Chunguitos, a Felipe González, a Ayuso (por supuesto), al Oso Yogui, o a Rafa Nadal, a cualquiera menos a este boceto de alebrije descoyuntado llamado Jim Sánchez, el Principio de Peter en su versión más destructiva y siniestra
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