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Opinión

Comercio SOS

El futuro inmediato es oscuro, pues los políticos salmantinos han apostado todo lo que tenían a la hostelería

Sábado, 5 de octubre 2024, 05:30

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Hace unas semanas unos amigos se fueron desde Salamanca en coche hasta los Dolomitas, en el bello rincón italiano situado al abrigo de Austria y Suiza, y regresaron encantados, pues esa región alpina sorprende por su belleza, por el cuidado de sus ciudades y pueblos, y por su actividad, no ajena a la del resto del norte de Italia del que tanto se podría aprender si no estuviéramos todo el santo día mirándonos al espejito-espejito… Me refiero a España en general, pero sobre todo a Salamanca, incapaz de encontrar su senda de desarrollo, sólo marcada por la heroica iniciativa privada, aunque cada vez menos heroica -cansada y desarmada- y cada vez con menos iniciativa, pero no por falta de ideas o músculo emprendedor, sino por falta de ilusión, de apoyo y hasta de cariño. Y el comercio es el mejor ejemplo de esos héroes, en muchos casos generaciones de héroes, que han tirado la toalla o que están a punto de hacerlo. En el mundo empresarial, la jubilación viene hoy acompañada de un pelotón de fusilamiento contra nuestro porvenir y, en el caso del comercio, una sentencia de muerte contra la ciudad. No hay relevo generacional pero tampoco se motiva desde las administraciones o la Educación.

Me contaban mis amigos viajeros, más indignados que asombrados, que cómo es posible que una pequeña ciudad como Merano, de unos 40.000 habitantes, tenga «tres o cuatro calles Toro» y todas tomadas por un potente comercio local, con atractivas tiendas, íntimos restaurantes, ultramarinos apetitosos y joyerías, mientras aquí nos cuesta Dios y ayuda vender un bocadillo de jamón ibérico entre franquicias de segunda división y una infinita colección de locales vacíos y sin visos de que vayan a ser ocupados algún día. Dada la extrema gravedad del asunto, las administraciones deberían crear departamentos de rescate del comercio local, que ya en su debilidad apenas puede lanzar un SOS. El futuro inmediato es aún más oscuro, pues los políticos salmantinos han apostado todo lo que tenían a la hostelería en lugar de diversificar, empezando por proteger cierto comercio tradicional que en Salamanca ha desaparecido en un 80 por ciento y con él nuestra memoria y posibilidad de progreso. Salamanca con estas políticas de chichas y rufete deja atrás su lustre de provincias (el que hoy sería un envidiable lustre de provincias) y al hilo de Merano no me explico que en Salamanca no quede ni una sola librería clásica, ni una sola taberna, nada. Del tren de las pipas de la calle Concejo, ni hablamos, pues nos lo hemos cargado todo.

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