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Opinión

Churriguera Pop Art

Con Salamanca ya les he contado muchas veces que mantengo una relación de mucho amor y mucho odio

Jueves, 29 de agosto 2024, 05:30

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Este es mi artículo número 70.845.727 sobre la desidia y atentados patrimoniales ejercidos contra Plaza Mayor en los últimos treinta años, al menos en los últimos treinta años… O puede que no sea un artículo más y que sólo sea mi imaginación que, en lugar de soñar con ovejas eléctricas, sueñe con una ciudad destartalada y vacía de un mínimo cariño urbano, ese del que carecen la gran parte de los políticos salmantinos, sin contar a sus «asesores» (jajaja, asesores de qué)…

Con Salamanca ya les he contado muchas veces que mantengo una relación de mucho amor y mucho odio, pues ver cómo se autodestruye tu vida, tu espacio vital, no es plato de gusto para nadie, y menos saber con certeza que su deterioro es imparable y fruto de una panda de inútiles que han hecho de su ignorancia una profesión. Salamanca ya no existe, salvo para los que viven del cuento cantando a todas horas ¡ooohhh, Salamanca! Farina forever.

Pues sí, estoy negro, muy cabreado, pues no cambiamos así pasen las décadas. Si Unamuno volviera mañana al Ayuntamiento no notaría cambio alguno… Ustedes me dirán: estaba el lunes al atardecer sentado con mi amigo M, salmantino de pro, en una terraza de la Plaza, y todo fluía, be water, my friend. La Plaza, qué maravilla; el cielo azul, ni les cuento; un poco después, la piedra franca contra el cielo azul marino, de ese azul marino profundo que sólo conseguían los industriales bejaranos en sus paños. Todo fluía. ¿Todo? Pues no, todo no. En la fachada, como es tristemente muy habitual, me parecía ver un escenario, un campamento mongol o vaya usted a saber qué toca ahora… El caso es que yo sólo veía vallas cutres, tipo Auschwitz, y tres casetas de obra de alquiler, tres. Pregunto y me dicen que el tinglado es ahora para un festival folclórico que se celebrará estos días. No contentos con Camela, con Omar Montes o con Bonnie Tyler (sí, Bonnie Tyler aún vive), toma caseta de obra como aperitivo para la gaita y el tamboril antes de la panceta que viene. Y así, una tras otra, todo tipo de eventos en esa gran nave de polígono que es la Plaza Mayor, donde los turistas disparan las cámaras de sus móviles millones de veces para retratar una «performance» propia del MOMA de Nueva York como parecen ser tres casetsa de obra en la Churriguera Pop Art Week. ¡Pero qué «vonita» es Salamanca!, no me digan.

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