Caminan como gente normal
No hago otra cosa que preguntarme en qué momento nos equivocamos, nos confundimos de camino, nos volvimos rematadamente locos, majaretas como los romanos de Obélix; ... miro hacia atrás (con mucha ira) tratando de encontrar ese momento, que es como la España hundida de 1898 pero en versión imbécil y criminal. Lo único que sí sé con certeza es que el proyecto de destrucción de España empezó con Zapatero, cuya política de odio y «tensión» nos ha traído hasta aquí con su alumno más aventajado en las tareas del Mal: Pedro Sánchez.
España no es una nación ni una realidad, pues ni siquiera tenemos derecho a nuestra propia Historia, es una tierra distópica incrustada en el presente. Como el niño de «El sexto sentido», la película de M. Night Shyamalan, veo muertos que caminan como gente normal, aunque ellos no saben que están muertos. Muertos o retrasados mentales disfrazados de gente normal. ¿Los ven ustedes también? Seguro que sí: son presidentes de Gobierno, ministros, diputados, senadores, correveidiles para todo y una marea de zombis que conforman ya la mayoría de una España sometida a la asistencia social. Esto nos han hecho mientras en las redes nos hablan de sus paseos por Madrid, de sus gimnasios, de su visita escolar a la Bolsa, de los ricos vinos que se toman o de la mujer rural que han descubierto en un documental de La 2… Y así hasta que aparece en la red la muerta más «viva» del régimen replicante: Yolanda Díaz. De escándalo es lo de esta individua, que se presenta ahora en Instagram con una historia ridícula de propaganda que pagamos todos para contarnos que se ha pegado un viajazo por San Francisco y Los Ángeles para conocer el sindicalismo yanqui. Incluso estuvo, ¡guauuu!, en una huelga de trabajadores de «Starbucks», y lo cuenta como quien estuvo con Flemming en el momento de descubrir la penicilina. Eso sí, ella haciendo como quien toma notas y notas con un «Bic», ahora que en California hablan gallego. Todo muy patético, todo muy ridículo, todo muy «fake sanchista», todo muy Yolanda Díaz. Y sí, todos muertos, pues este nivel de estupidez y desvergüenza no puede ser real.
En resumen, España se disuelve en su propio vómito mientras Yolanda Díaz, una güera de bote que no se ha visto en otra en su vida, hace volar sus tirabuzones de diseño como representante con Ministerio de lo que un amigo llama «la institucionalización del perroflautismo», esos que caminan como gente normal.
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