Hostelería anterior a 1925 (XXIII)
El Restaurant Cuchareta era un establecimiento, mitad posada, mitad almacén, con una trastienda llena de cachivaches
EL «RESTAURANT CUCHARETA».- Los más ancianos del lugar recordarán en los años cuarenta del pasado siglo un reducido establecimiento, situado en la calle del Clavel, en su número 4, mitad posada, mitad almacén, con una trastienda llena de cachivaches y que lucía en sus paredes abundantes carteles taurinos, enmarcadas fotografías de toreros y cabezas disecadas de toros.
Al frente del negocio de hospedería y del alquiler de trajes, con especialidad en los de torear, (junto con todos los adminículos necesarios para la lidia), se encontraba el personaje en cuestión que frisaba la tercera edad, de baja estatura, regordete, aspecto socarrón, anguloso rostro, ojos vivos, labios gruesos, andar jacarandoso como haciendo el paseíllo y con un tajo en la lengua que le hacía balbucir cuando hablaba. Se trataba de un extorero llamado Aniceto Ajo, alias «Cuchareta», que al contraer matrimonio en Salamanca en 1902, con la guapa joven salmantina Rufina García, que tenía un puesto de castañas asadas, abrió el establecimiento de trajes de alquiler y la casa de huéspedes.
Nacido en 1873 en Nava de la Asunción de la provincia de Segovia, de padres que regentaban una lechería, cuando muy joven llega a Madrid se coloca como empleado en un establo dada su temprana afición a los toros. Se cuela un día en la antigua Plaza de toros de Goya, donde el actual palacio de Deportes y se las ingenia buscando recomendaciones para lograr una plaza de monosabio, menester con el que llega a portar el cuerpo exánime de Manuel García «El Espartero», cuando el toro «Perdigón» de la camada de Miura, le dio una cornada mortal el día 27 de mayo de 1894.
Hombre polifacético, donde los haya, le vemos lo mismo como coplero en la Plaza de la Lonja vendiendo en pliegos de cordel la cogida y muerte de «Dominguín» o «El Espartero», (que tan malos recuerdos le traería), que regentando en el número 8 de la Plaza del Peso el «Restaurant Cuchareta», que había comprado con los 11.000 reales obtenidos por la venta de su casa en la calle Cañizal en junio de 1905 y que todavía mantiene en 1918 cuando se comenta: «Pisa usted una cáscara de sandía durante las próximas ferias en la puerta de la taberna de «Cuchareta» y va usted patinando hasta el mismo teatro Bretón, donde puede coger una butaquita y ver a Videgain. Es comodidad.» Alude a la moda imperante del patinaje y a la empinada cuesta de la calle de san Justo.
Consigue el restaurant ser punto de reunión y de tertulia de toda la torería de la época en lo que se denomina «Club Cuchareta». Aparte de la taquilla oficial ambulante para la venta de localidades de la Plaza de Toros, en el Corrillo, el «Restaurante Cuchareta» también expende las entradas.
En sus tertulias taurinas, a lo largo del tiempo soñaron, como en el toro lorquiano, «verónicas de alhelí», multitud de torerillos y se formaron unas cuadrillas que monopolizaron todos los festejos de la provincia.
Es suyo el café de la calle Esgrima 12, que alquila o vende en marzo de 1922, que había sido la taberna de Vicente de Antonio «El Pichi» a primeros de siglo y que luego se convirtió en el café «Los Charros» donde triunfaban diariamente los cantaores «Calderas» y su hermano Rafael «Farina», acompañados a la guitarra por el maestro Molina. Dio en este café también sus primeros pasos el salmantino Modesto Mangas «Modestito de la Alhambra», primer travestido español, que se convirtió en el «Rey del Paralelo» de Barcelona como «Madame Arthur».
Todavía tenía otras dos casas en los números 4 y 6 de la calle Cañizal que vende en 1923.
Se produce una noticia rara cuando se publica el 8 de octubre de 1901 que: Ha sido denunciada Rufina García por tener abierto su establecimiento de bebidas de la calle de Cañizal número 14, anoche hasta las tres. Todavía no se han casado y lo que conocemos que tenía Rufina era un puesto de castañas, no de bebidas.
El 7 de febrero de 1911 es detenido en «Casa Cuchareta» un afamado ladrón llamado Pedro Mancebo Gutiérrez reclamado por el Gobernador Civil de Avila por sus numerosos antecedentes, entre ellos un robo en la Delegación de Hacienda de la citada capital.
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