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Hostelería anterior a 1925 (XXII)

El bar Centro era de tal estrechez que los clientes tenían que abandonar su estancia para dar acceso a los nuevos usuarios

Martes, 10 de junio 2025, 05:30

EL CAFÉ-RESTAURANTE «FORNOS» SALMANTINO.- En junio de 1905 Victoriano Martín del Río, ex-camarero del Pasaje, toma a su cargo el café La Perla Nueva de Prior 9 y 11 y el día 22 de diciembre de 1912 abre en la Plaza del Mercado, 5 y 7, junto a las escalerillas del Pinto, el café restaurante «Fornos» donde estuvo recientemente la farmacia y droguería de Segundo Primo Sánchez. Se trata de un negocio digno de Salamanca por la elegancia en el mobiliario, el esmerado servicio, la bondad de los precios y sobre todo ser asequible a todas las clases sociales, no sólo a los trashumantes calaveras, como se decía en la ciudad. Constaba de un salón para 400 personas decorado artísticamente, mobiliario de estilo inglés, 3 amplios ventanales a la Plaza, comedor para 250 personas, cocina y repostería. Al frente se puso al cocinero y repostero Olegario Carrasco.

Asistieron a la inauguración todas las autoridades salmantinas y a los postres brindaron por la prosperidad del café el gobernador civil señor García Alonso, el director de la Normal de Maestros señor Pérez Allú y, por la prensa, el señor Hernández Gutiérrez del periódico local El Salmantino y redactor corresponsal de España Nueva, íntimo amigo del dueño del café.

El primer banquete, que se dio en sus salones, al día siguiente, fue para celebrar el enlace matrimonial de la señorita Máxima Díez con el joven oficial Isidoro G. Castaño casados en la iglesia de San Sebastián. Se sirvió por primera vez un plato que sería la especialidad de la Casa: Solomillo a lo Fornos. También se especializó en la comercialización y degustación diaria de ostras.

Un hijo de Victoriano, pese a la oposición familiar, actuó como novillero apodándose «Fornos» en la década de los veinte, animado por sus vecinos los estupendos toreros Pepe y Eladio Amorós «El chico de la Revoltosa», por la tienda de zapatos de la Escalerilla del Pinto.

BAR CENTRO.- La Plaza de la Lonja, denominada a partir de 1830 del Poeta Iglesias, albergó a finales del siglo XIX una construcción de madera pintada de ocre con tejadillo y airosos remates, situada sobre un pozo negro que sirvió como «kiosko de necesidad» a nuestros abuelos hasta que, ante las protestas por los efluvios pestilentes, se cegó el pozo en 1907 y se instaló un negocio de churrería y copas de aguardiente para los madrugadores, por parte de Enriqueta González. En 1909 lo arrienda Agustín Sánchez, que vive en Sánchez Ruano, 15 y lo traspasa en 1911. Conocido como «la pagoda de Barazal», (en el que el ciego José vendía lo mismo metros de mecha para el chisquero de pedernal, que vinos y aguardientes o participaciones de lotería) a la trasera del comercio de Prudencio Santos, de la Plaza Mayor, (luego joyería Paulino), se anuncia como café, vermouth, refrescos y especialidad en cerveza. Lonja de la Cárcel 6. Se convierte luego en el bar de Pepe «El Hornero», refugio para los madrugadores mozos de cordel, donde entonaban las «cuerdas» vocales a base de aguardiente. Fue derruido en 1918 y estuvo situado donde hoy el monumento del escultor Fernando Mayoral dedicado a Alberto Churriguera, constructor de la Plaza Mayor y a José del Castillo y Larrazábal, Conde de Francos.

Un avispado negociante, llamado Esteban Conde, solicitó licencia para instalar un bar en toda regla que denominó «Centro» y lo construyó en piedra de Villamayor con artísticas labores de filigrana sobre todos los elementos, balaustradas, jambas y dinteles de puertas y ventanas, obra del arquitecto Joaquín Secall, inaugurándolo en 1921. Era de tal estrechez que los clientes tenían que abandonar su estancia para dar acceso a los nuevos usuarios.

El 3 de enero de 1930 fue derribado y se acordó indemnizar al dueño con 5.250 pesetas ya que el contrato finalizaba en febrero de 1931 y el Ayuntamiento había subastado expresamente, para construcción de un Gran Hotel, el solar de la antigua Audiencia derribada en 1928, ganando la firma integrada por Juan Esteban y su hijo político Alberto Fernández de Trocóniz (inaugurado el 2 de mayo de 1930) que ofertó 325.001 pesetas, proponiéndose reordenar la Plazoleta, de 1.067 m2, dotándola de adoquinado y colocando una pequeña isleta de 7 metros de diámetro, con farola central.

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