El guardia municipal en 1910
El año anterior el uniforme había sufrido la modificación de sustituir la «teresiana» por la gorra de plato
El Reglamento de la Guardia Municipal, confeccionado por el concejal señor La Rúa, queda pendiente en la sesión del Ayuntamiento del 15/03/1910 y se aprueba siendo Alcalde Presidente don Antonio Díez González, en la del día 21. El año anterior el uniforme había sufrido la modificación de sustituir la «teresiana» por la gorra de plato.
La «teresiana» estuvo vigente desde el 18/08/1886 y suprimida por el Reglamento de Uniformidad el 10/10/1908. Consistía en una gorra militar que no tenía faja sino solamente dos vivos de los colores del uniforme, uno en la costura de la unión superficial lateral con el plato superior y otra en la misma superficie cilíndrica. En la parte anterior, una escarapela circular con los colores nacionales de 30 mm de diámetro, que tiene superpuesta una presilla de 6 cordoncillos de oro y plata, con botón pequeño de sujeción. El vivo inferior es tangente a la escarapela y la presilla comienza en el superior. La divisas se colocan en la parte cilíndrica y sus dimensiones son: 4 cm en la parte anterior troncocónica, en la posterior de 8 y en la parte inclinada de 9.
Aprobado el Reglamento, el Alcalde publica un Bando del siguiente tenor:
Esta Alcaldía Presidencia, persiguiendo el fin de realizar, como reclaman las exigencias del buen servicio en los Cuerpos armados, Guardia Municipal y resguardo de consumos, cuyos nombramientos son de su exclusiva competencia y para evitar molestias al sinnúmero de pretendientes a cada vacante, que careciendo las más de las veces de condiciones apropiadas para el desempeño de los citados cargos, acuden a todos los medios y recomendaciones para obtener su nombramiento, he dictado en el día de la fecha las siguientes órdenes, quedando a salvo los derechos del ramo de Guerra, cuando estos estén en armonía con la ley Municipal y demás disposiciones vigentes.
Serán condiciones precisas para el ingreso en la Guardia Municipal las siguientes: 1ª.- La edad mínima de 25 años y la máxima de 35. 2ª.- Deberán ser perfectamente formados, con desarrollo y energía física para desempeñar el cargo, debiendo acreditar los dos extremos con certificación facultativa y la talla mínima será de un metro 700. 3ª.- Es condición indispensable saber leer y escribir y redactar partes u oficios a las autoridades competentes. 4ª.- Serán preferidos los de mejor conducta, urbanidad y honradez; los licenciados del Ejército y especialmente los que hayan tomado parte en las últimas campañas de Melilla. 5ª.-Serán en absoluto desechados, aunque tengan las condiciones enumeradas: los alcohólicos, los procesados que hayan sufrido condena, cuyo último extremo se justificará con la certificación correspondiente. Cuyas disposiciones se harán saber al pueblo, para que lleguen a oídos de los interesados, y para los efectos consiguientes. Salamanca, 3 de junio de 1910. El Alcalde.
Con tal motivo surgió la consabida «Quisicosa» en El Adelanto:
El alcalde decidido / se propone reformar, / de una vez y para siempre / la Guardia Municipal. / Como al hombre le marean / ora aquí ora acullá, / pues el Cuerpo de «guindillas» / debe ser Cuerpo ideal / y resulta además cómodo / y hasta elegante en verdad, / Don Antonio ha dicho «basta / de tanto recomendar / y ahí van cinco condiciones / cumplirlas y nada más».
Mas ¡ay! Don Antonio tiene / las entrañas de chacal / porque, bien que les exija / para vestir el «ringlán», / veinticinco primaveras, / que el hombre debe estar ya / de guardias feos y viejos / hasta la «disparidad» / y hora es que tenga pimpollos / con revólver y el «chascás». / Pero pretender ¡recontra! / como el bando da a indicar, / que no puede el pobre guardia / con su ten con ten y tal / beberse un perro de vino / en cualquiera restaurant, / es cosa que no hay derecho, / es, francamente, abusar.
Aumente pues el alcalde / en cosas de urbanidad, / las exigencias, conforme, / porque un «guindilla» ejemplar / debe no urgarse [sic] la fosa / que han dado en llamar nasal / y hasta debe a los «touristas» / decirles: ¡«adieu»! ¡«aeu revuar»! / Pero poner el morapio / – bebiéndolo con compás - / como un obstáculo, óbice / obstrucción u obscuridad, / es querer que nadie quiera / ser guardia municipal.