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Si una persona no ha estudiado Física lo más probable es que no sepa por qué el lunes pasado se produjo el apagón que nos dejó sin luz a los españoles. Juan Claudio de Ramón, analista político, es profesionalmente diplomático. Un tío con indudable clase profesional y humor inteligente. Su padre es un conocido ingeniero de caminos con quien yo coincidí siendo ambos concejales en el ayuntamiento de Madrid, cuyo alcalde era Enrique Tierno Galván. Pues bien, Juan Claudio hijo escribió el viernes 2 de mayo en El Mundo lo siguiente:
«Durante el fin de semana mi hija había estudiado para su examen de Ciencias. Me pidió que le tomara la lección y puede así repasar con ella algunos conceptos básicos: una corriente eléctrica se produce cuando los electrones -partículas con carga negativa- se desplazan de un átomo a otro dentro de un material conductor. Me fui a la cama contento de haber recordado eso y de que mi hija lo llevara sabido. Al día siguiente el examen se canceló y yo pugnaba con conceptos de los que no tenía noticia previa: energía síncrona, velocidad de rotación, control de la frecuencia, cero energético».
La ininteligibilidad del asunto se ha impuesto en más del 90% de los españoles y los especialistas no han dado con el quid de la cuestión. Vamos, que no sabemos ni el por qué ni de quién es la responsabilidad.
El Gobierno quiere contar una historia sobre los orígenes del apagón pero no acaba de encontrarle la trama, aunque Sánchez no ceja en orientar la responsabilidad hacia las empresas privadas, cuando parece cada vez más que la responsabilidad se inclina hacia Red Eléctrica. Quizá por eso por eso el día del apagón Red Eléctrica fue tratada como un organismo del Estado y el presidente se instaló con su corte el mismo día en ese organismo y Pedro Sánchez se desenvolvió desde allí como si fuera su dueño.
Al día siguiente Sánchez se salió del carril para asegurar que Red Eléctrica es privada. Por el momento, el ardid literario le ha servido para colocarse como parte activa en la exigencia de responsabilidades, cuando su primera comunicación pública debió ser una disculpa.
Y en este enredo anda también la vicepresidenta Montero. Para defender al Gobierno echa mano del mayor atentado de la historia (el 11- M), del desastre ecológico (el Prestige) y de la mayor tragedia del Ejército español en tiempos de paz (la del Yak- 42). En fin, lo de siempre: la culpa de todos nuestros males son la derecha y la derecha extrema, es decir, Feijóo y Abascal.
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