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El profesor e investigador español José Antonio Cordero, que desde hace años trabaja en la Universidad Politécnica de París, acaba de publicar un trabajo en Política Exterior que merece la pena leer. Comienza así:
«El llamado Green Deal europeo se marca públicamente como objetivo la «neutralidad climática» de la Unión Europea en 2050, es decir, el equilibrio entre las emisiones de CO2 producidas y absorbidas, y como etapa intermedia, la reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero en la Unión Europea (UE), en 2030, a un 55% de las de 1990».
El Parlamento Europeo y el Consejo de Europa adoptaron en 2023 «prohibir la venta de vehículos de emisión térmica». Conviene recordar a este respecto que los vehículos tradicionales emplean motores térmicos que transforman la combustión de la gasolina y diésel en energía mecánica. En los vehículos y motores eléctricos, la energía mecánica se obtiene a través del fenómeno de inducción electromagnética que, a diferencia de la combustión de gasolina o gasóleo, no produce emisiones de gases de efecto invernadero. Como referencia, en España el 72% de la energía era «descarbonizada» en 2023; en Francia, debido al peso de la energía nuclear, era del 92%.
A las emisiones necesarias para la producción de la energía eléctrica que consume el vehículo hay que añadir las emisiones necesarias para la fabricación de sus componentes y la extracción y tratamiento de sus materiales. Pero estos procesos de extracción y fabricación no se dan, en general, en las mismas regiones geográficas en las que el vehículo al final es utilizado.
Lo que se suele ocultar cuando se defiende el coche eléctrico es que los vehículos eléctricos son más intensivos en carbono que los térmicos y eso vuelve particularmente relevante –al menos a efectos de polución «localizada»– la separación entre las regiones a las que los vehículos son exportados y utilizados, y las regiones de extracción y fabricación.
Según varias estimaciones, el llamado «pico del petróleo» ya ha sido alcanzado y ello supone una tensión en el abastecimiento y una tendencia estructuralmente alcista en los precios del petróleo (el precio medio anual del petróleo crudo fijado por la OPEP era de 17,44 dólares en 1999; en 2024, se situaba por encima de los 80 dólares). Por otro lado, a medida que el entorno geopolítico se vuelve más incierto, los intercambios comerciales resultan menos predecibles.
Conclusión (provisional): el uso los coches eléctricos a la larga no está nada claro.
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