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Circula por ahí un supuesto artículo del Papa Francisco sobre la definición de hospitales que, aunque los expertos han determinado que ni por asomo pertenece al Papa, deja un par de conclusiones que son buenas, sea quién sea el autor.
Esta definición de hospital comienza con una frase para enmarcar: «Las paredes de los hospitales han escuchado más oraciones honestas que muchas Iglesias». Es prácticamente lo mismo que acaba de cantar Leiva en su último disco: «Todo el mundo cree en Dios cuando se menea el avión».
Aquí ya nadie cree en nada. Las Iglesias se vacían porque dicen que los curas son unos depravados, la religión es una engañifa y la ciencia ya lo explica todo. Pero cuando uno está en la sala de espera de una UCI, o cuando los botes que pega el avión dejan pálida a la mismísima azafata, la memoria muscular de algunos les lleva el pulgar derecho a la frente, luego al pecho, sube al hombro izquierda, de ahí al derecho... y un besito al dedo. Y no creían.
Creo que el Papa Francisco ha contribuido a que millones de personas en todo el mundo sean un poco más receptivos con la Iglesia. Esa figura de líder entrañable, cercano y sonriente ha hecho que su muerte haa apenado a muchísimos no creyentes. No es poco.
Francisco representa un concepto moderno de Iglesia en el que se puede creer sin tener que avergonzarse por ello: creer en las personas por encima de la institución.
En nuestras páginas de hoy van a encontrar un reportaje con Mateo González: un sacerdote salesiano que estudió Comunicación en la Pontificia, realizó las prácticas de periodismo en LA GACETA y ahora trabaja como corresponsal de 'Vida Nueva' en Roma. Pues Mateo es de esas personas adorables y entrañables que se dedican a ir haciendo el bien por la vida. Te hacen creer en la bondad, al mismo tiempo que te abren los ojos para darte cuenta de que, en comparación, tú eres un capullo integral.
También creo en Santi Riesco -otro exgacetero-, que en su día fue Santi Unermano, y que en la Facultad de Comunicación nos hablaba de Dios entre clases de redacción y géneros periodísticos. Otro tipo integral, cercano y creíble, aunque menos cerca de la santidad que Mateo -sin duda-, porque cuando se trata del Atleti le sale un punto perverso que asusta al miedo.
En la lista de religiosos por los que merece la pena dar la cara figura también Manuel Muiños, del que tardé un buen tiempo en enterarme que era sacerdote porque no lo aparenta. Para mí era ese tipo simpático que, de vez en cuando, aparecía por la redacción repartiendo bombones o helados entre todos los periodistas y soltaba algún chascarrillo más propio de mí que de un cura. Luego descubrí su labor -encomiable labor- y me ganó por valiente, persistente y carismático.
No quiero olvidarme del primer cura del que tengo recuerdos:el que fuera párroco de la Iglesia de San Mateo en el barrio Garrido, Don Santos. Recuerdo la 'misa de niños' que él oficiaba con su clásico «Estamos en directo para Radio Televisión San Mateo», cada vez que sacaba a un niño al altar para hacerle preguntas sobre la homilía de ese domingo, o el ritmito de su zapato derecho, asomando por debajo de la sotana al compás de la música del coro. Buena gente.
A mí -como seguramente les pasará a muchos de ustedes- no me encontrarán en misa los domingos, ni emocionado al paso de las procesiones de Semana Santa, pero el que considere que es digna de aplauso la labor de esa Iglesia que representaba Bergoglio, que cuente con este par de manos para hacerlas sonar.
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