«Presuntos licenciados»
Si la desafección política ya estaba por las nubes, el último sainete en torno al currículum de los políticos seguramente la haya disparado todavía más.
La pionera del esperpéntico espectáculo ha sido Noelia Núñez. Una novata dirigente del PP que ha caído todavía más rápido de lo que ha ascendido. Esa suele ser la prueba más evidente de que no estaba en el sitio adecuado, a pesar de haber sido ungida por Feijóo, en el último cónclave del PP.
Si alguien miente en el currículum, ya podemos presuponer que no le costará nada seguir haciéndolo cuando tenga un cargo público. La farsa de Noelia ha servido para que se ponga en marcha el ventilador de los presuntos licenciados o masterandos.
El penúltimo caso que hemos conocido, el de José María Ángel Batalla, el presidente del PSOE valenciano, además de patético puede ser ilegal. Si el ex comisionado del gobierno, ha usado el típex para fabricarse un título, que le ha servido para acceder a una plaza de funcionario, ya estamos hablando de un posible fraude que tendrá que ver la Justicia.
Al señor Batalla le ha costado dimitir. Por qué hacerlo si su comandante en jefe no asume ni la más mínima responsabilidad política por nada, habrá pensado. Pero al final ha caído. La falta de formación, no debería ser un problema en sí mismo, pero sí un hándicap para ocupar determinados puestos de responsabilidad.
El ejemplo más palmario es el de la «banda del Peugeot» de Pedro Sánchez. Si le das a un jefe de mantenimiento, a un portero de club de alterne y a un diplomado en magisterio con nula vocación, el ministerio de mayor contratación y las negociaciones más sensibles para el gobierno, la cosa puede acabar tan mal como ha acabado. Todo dicho con perdón, de los miles de profesionales de estos sectores que son honrados y que trabajan en lo que saben.
Tampoco hay que olvidar que hemos tenido otros ministros con carrera como Rato, Zaplana o Matas que no han sido precisamente ejemplares. Así que mejor que dejen de hinchar el currículum, para ahorrarnos espectáculos bochornosos. Bastaría con que sean honrados y tengan sentido común, como punto de partida. Sólo con eso, ahora mismo nos iría mucho mejor.
