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Ayer viendo los actos de celebración del 46 aniversario de la Constitución, me vino a la cabeza aquel trabalenguas pronunciado en las Cortes por Rajoy. Lo dijo cuando intervenía en la moción de censura, que el nada añorado Pablo Iglesias, presentó contra él en 2017. «Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político». Rajoy, como hacía de vez en cuando, convirtió en ilegible el mensaje que quería lanzar entonces y que hoy, por desgracia, sigue de actualidad. Cuanto peor le vaya al orden constitucional, mejor le va a quien intenta destruirlo o socavarlo.
La carta magna cumple años, en un momento en el que sus enemigos tienen más poder que nunca. No solo porque sostengan a un presidente del gobierno dispuesto a ceder a todos sus chantajes con tal de seguir en el cargo, si no porque ahora, a la ambición de Sánchez se suma la extrema debilidad de su ejecutivo.
El día de la Constitución se celebró en medio de un ambiente político muy turbulento. La sombra de la corrupción mantiene al gobierno y al PSOE bajo sospecha. La lista de imputados que rodea o ha rodeado al presidente es cada vez más amplia y al socio de coalición, el caso Errejón, le ha dejado herido de muerte.
En esa debilidad, en esas aguas turbulentas, es donde mejor se mueven los enemigos de la Constitución a los que este gobierno ha elevado a la categoría de socios preferentes, por mucho que nunca hayan sido fiables. Los independentistas y los nacionalistas saben que este puede ser su mejor momento.
El gobierno de Sánchez huye hacia delante y necesita unos presupuestos para seguir con su ejercicio de supervivencia extrema. Y sus socios se los entregarán en bandeja de plata. Porque saben que en estas circunstancias pueden multiplicar sus coacciones en detrimento de los demás, por muchas hipotecas que eso nos suponga al resto para el futuro.
Por eso el PNV no quiere ni oir hablar de una moción de censura, ni los de Junts dejarán caer a este gobierno. Saben que en estas circunstancias el chantaje podrá perpetuarse y que podrán seguir cruzando muchas de esas líneas rojas que hasta ahora eran innegociables. Puestos a saltarse las normas, ya han conseguido hasta poner en cuestión el artículo 14 de la Constitución, ese que comienza diciendo que «todos los españoles son iguales ante la ley». La amnistía ya les ha puesto por encima de los demás.
Y así seguirán mientras el gobierno actual se lo permita y su debilidad lo incentive. Cuanto peor para casi todos, mejor para ellos, que son unos pocos. Es lo que quiso decir Rajoy, aunque se liara. Y ese caos es el que engorda hoy a los enemigos de la Constitución. A todos esos que ayer no fueron a celebrarla y que acumulan más poder que nunca.
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