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Hace menos de un mes, el Gobierno de Pedro Sánchez concedió el indulto parcial a José Luis Peñas, ex concejal del PP de Majadahonda, que destapó el caso Gürtel. Félix Bolaños, compareció después en la sala de prensa de Moncloa y aseguró que Peñas tenía el «reconocimiento y el apoyo» del ejecutivo por su contribución para acabar con la corrupción. No han pasado ni cuatro semanas y ahora el mismo ministro Bolaños, se mofa de Aldama mientras asegura que «no tiene ninguna credibilidad».
Los dos son delincuentes confesos y los dos buscan lo mismo. Venganza y rebaja de sus penas. La diferencia para Bolaños y para el resto del PSOE, es que el primero acabó sirviendo como palanca para llegar al poder y el segundo puede servir para desalojarlos.
Víctor de Aldama ha pasado 43 días en la cárcel de Soto del Real. Lo suficiente para que se haya dado cuenta de lo dura que es la vida entre rejas. El comisionista no está acostumbrado a vivir sin su teléfono móvil, sin sus comidas y sin sus permanentes contactos para influir en unos y sacar dinero de otros. Y mientras tanto ha tenido que ver, cómo los que presuntamente le han rodeado en todas las tramas de corrupción, han seguido disfrutando de la calle, al menos de momento.
El silencio, cuando compromete a gente poderosa, se suele comprar con dinero o con promesas y está claro que a Aldama no le ha llegado ni una cosa ni la otra. La declaración del comisionista ante el juez Ismael Moreno es una bomba en la línea de flotación del gobierno. Se crea o no su testimonio, lo cierto es que Aldama se ha movido como pez en el agua en las plantas nobles del ministerio de Transportes y del PSOE.
El fantasma de la corrupción abarca ya a buena parte del gobierno. Y la confesión judicial confirma las dudas razonables que ya teníamos sobre todos los palos que ha tocado Aldama, que son innumerables. Demasiados asuntos como para taparlos con una manta. De momento es sola la palabra de Aldama. Pero el confidente promete aportar pruebas.
Sánchez tiene un problema que le llega al cuello y se llama corrupción. Habrá que ver hasta dónde ponen el límite sus socios, porque él ya ha demostrado no tenerlo. Pero una cosa sí debería recordar. Lo dijo su ministro de Justicia hace muy poco en la Moncloa tras conceder el indulto parcial al confidente de la Gürtel. «Reconocemos y apoyamos a todas las personas que colaboran con la Justicia para esclarecer delitos». A ver si es verdad.
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