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Este año me toca seguir las fiestas desde la distancia. Añoro estos días que tanto nos invitan a salir a la calle. Esta semana te puedes cruzar con una charanga, pararte a escuchar durante un rato a la banda de música, ver una actuación teatral al aire libre y por supuesto, disfrutar de una buena charla tomando algo en cualquier caseta.
El jolgorio está a la vuelta de la esquina. Todo ocurre fuera y es más fácil que nunca disfrutarlo. La ciudad llena su plaza de música y brinda a los artistas el mejor de los escenarios posibles, para que guarden en su memoria su paso por Salamanca.
Hoy lo echo de menos porque esta vez no puedo estar por allí, aunque desde la distancia, no entiendo por qué Salamanca, de unos años a esta parte, celebra sus fiestas sin sus ferias cuando en el programa figuran las dos palabras. La ganadera y del sector agropecuario acaba cuando apenas se ha estrenado la semana y la taurina empieza cuando estamos agotando el programa festivo. Durante muchos años las dos fueron, junto a los conciertos, los grandes reclamos del programa festivo, tanto para los salmantinos como para los de fuera.
Leo que Salamaq ha sido un éxito y que se consolida como una cita de primer orden en el sector. El certamen lleva ya años arrancando antes que las fiestas, así que imagino que la Diputación tendrá estudiado el impacto y preferirá no hacerlo coincidir al completo.
Lo que más me choca es el troceo de los carteles taurinos que ha hecho la empresa. Un síntoma inequívoco de que la feria ya no es lo que era. Fraccionar los toros en tres fines de semana, contando con el desenjaule, ayudará a vender alguna entrada más pero no consolida un ciclo, que durante años fue una referencia en toda España. Muchos vivimos y disfrutamos de aquellas semanas completas en las que se llenaban cada tarde los tendidos hasta la bandera. Aquellos tiempos en los que venían las figuras y repetían en los carteles. La época en la que la rivalidad de los toreros locales y de fuera plagaba de ilusión la plaza. Aquellas noches en las que nada más acabar la corrida se llenaban los coloquios para analizar lo ocurrido en La Glorieta.
Y por si las dudas fueran pocas, a la feria actual le ha surgido un grave problema. La baja de Morante de la Puebla resta más interés a unos carteles de tirón limitado. No se le pueden pedir más esfuerzos a una afición, que ya hace el de pagar unos precios muy altos. Demasiada dispersión de fechas y demasiada combinación de toreros, novilleros y rejoneadores. Veremos a ver cómo acaba la fiesta.
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