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Colorín, colorado

Sábado, 5 de julio 2025, 05:30

El «Sanchismo» ha terminado. Da igual cuánto duren sus estertores. Pueden ser horas, días, meses o incluso pueden ser dos años, como promete el presidente del gobierno sin llegar a creérselo. La fecha del fin, no depende ni siquiera de él mismo. Pero el desenlace ya se ha producido.

El presidente es un cadáver político y su séquito una banda descabezada que confía en su enésima resurrección para mantener el cargo. Pero ahora ya es casi imposible. Con Sánchez siempre hay que poner el casi, por si acaso, y a eso se agarran sus secuaces. La corrupción ha conseguido lo que no logró ningún otro abandono de sus principios. El presidente es el «Rey desnudo» del cuento de Hans Christian Andersen y se maquilla y aparece con gesto serio, como si el resto no viéramos que todo vuelve a ser una coartada para intentar seguir en el trono.

Hoy Sánchez reúne a su comité federal en Ferraz. Y ahí veremos si queda alguien en el PSOE que quiera salvar al partido de una larga travesía por el desierto, o si prefieren inmolarse con un líder que los está intentando utilizar para salvarse a sí mismo. Esa es la única duda que debería resolverse en el cónclave de esta mañana.

El PSOE se enfrenta a su supervivencia más inmediata. Si optan por aplaudir al cadáver, se estarán enterrando con él. Si le echan, como ya hicieron una vez, y no le dejan usar más las siglas del PSOE como coartada, quizá puedan convencer a alguien de que están dispuestos a limpiar la inmundicia acumulada.

Eso en el partido, porque en el gobierno el final de Sánchez, nos puede salir muy caro a todos los españoles. Lo verbalizó de forma muy clara Gabriel Rufián tras reunirse con él, en ese aquelarre de consultas con sus socios, que ya son cómplices. «Está tocado, aprovechemos el tiempo que nos queda para avanzar», dijo el diputado independentista. La frase es toda una declaración de intenciones. Hay que exprimir al máximo esta época que se acaba. Hay que darle oxígeno, aunque no pueda respirar, para sacarle los ojos si es preciso. La carroña huele más que nunca a putrefacción y los buitres sobrevuelan en círculo sobre el Palacio de la Moncloa, sabiendo que ahora es el momento de arrasar, porque quizá mañana no quede nada.

Y mientras tanto, seguirán apareciendo informes, mordidas, obras amañadas, cuentas en el extranjero, prostitutas y novias pagadas con el erario público. Y el presidente y sus voceros seguirán mintiendo, para evitar que asuma una sola responsabilidad. Y la desafección de la política crecerá a paladas. Y el daño a la democracia será cada vez más irreparable. El grado de decadencia solo dependerá de lo que dure la agonía del régimen. Porque el «Sanchismo», como el cuento, se ha acabado, porque ya casi nadie se lo cree.

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