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Noche del 28 de octubre de 1982. Una ventana del hotel Palace de Madrid se abre para que Felipe González y Alfonso Guerra salgan a celebrar su gran victoria electoral con una ancha sonrisa que lo dice todo. Por entonces no se estilaba eso de salir al balcón con una corte escudera de saltimbanquis, dispuesta a triturarse las rodillas o despellejarse a jirones las palmas de las manos. Por entonces la rosa del PSOE era roja de verdad y, España, un país de Estado. Por entonces, la derecha y la izquierda batían sus fuerzas por y para asegurar un futuro en democracia. Por entonces los unos y los otros señalaban conjuntamente a los mismos enemigos de la Constitución. Por entonces las Cámaras Alta y Baja eran foro de debate parlamentario con alto nivel discursivo y no lugar donde desembuchar vulgaridades o bachillerías descaradas de loca. Por entonces por las ventanas de España entraba el sol de España y daba gusto despertarse en un día nuevo.
Una noche muy negra parece haberse tendido hoy sobre el horizonte patrio. Se hace un retortijón levantarse y abrir la ventana para contemplar a nuestra España de frente. Da igual la ventana por la que te asomes. La política española da tanta vergüenza que irremediablemente te jibariza. ¡Ay, Españita mía, que ya no sé de qué lado mirarte para quererte! Ni una mala copla podría ponerle letra a tanta desilusión. Juegos sucios, malversaciones, chanchullos, amoralidad, mentira... y venga de sacar muertos del armario para que el pueblo se entretenga con lo malo que antaño hicieron otros. Pera nada como echar a caminar viejos fantasmas para despistar, mientras se sigue sembrando el campo de minas.
Sánchez y Cía. se ha convertido en la gran empresa de la desestabilización, la inseguridad, la confusión y el miedo. En tales asuntos son expertos ingenieros sociales y sus ganas van en aumento. El decreto ómnibus ha sido su última bribonada para poder dar legalidad a un conjunto farragoso de propuestas que habrían de defenderse por separado porque nada tienen que ver entre sí. Difícilmente se entiende que aprobar la revalorización de las pensiones vaya de la mano con la moratoria en los desahucios, o devolver el dichoso palacete francés a los vascos para que se les quite el ansión. No me ha dado tiempo a contrastarlo, pero me da que allá por aquel octubre del 82 cuando González y Guerra salieron a la ventana del Palace, ya andaban los independentistas rondando con las mismas turras. Pero por entonces el Estado de Derecho tenía más honestos centinelas. ¡Quién iba a decirles que, incluso los que nos les votaron, fueran a echarles de menos!
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