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Pedro Sánchez. La sombra de Tiberio

Lunes, 29 de septiembre 2025, 05:30

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No puedo evitarlo. Es leer el «Tiberio. Historia de un resentimiento» (1939) de Marañón y ya estar viniéndoseme la sombra de Pedro Sánchez a la cabeza. Me parece tener delante a aquel mismo hombre que era emperador de Roma cuando Jesús fue condenado a muerte. A aquel sombrío gobernante en el que se enquistaron las peores pasiones del mal para regir su imperio con látigos, conductas arbitrarias y toda suerte de procederes carentes de moral. A aquel «ejemplar auténtico del hombre resentido» que en su ensayo describiera con tanto acierto don Gregorio Marañón, y al que el pueblo acabaría poniendo de cebo en una expresión popular que por sí misma lo dice todo. Porque es «armarse el Tiberio» y ya estar pensando en algún tirano que anda siempre montando gresca, prendiendo mecha, dictando listas negras o azuzando a los perros para que no se les quiten las ganas de morder. Y es que -volviendo a Marañón- «a la sombra del resentido crece, inevitablemente, el resentimiento mismo de aquellos que viven de su favor». Y es que cuando el azar coloca en el poder a un resentido, la revolución coge aire y el futuro se ensombrece.

Mutato nomine de te fabula narratur (Horacio). Cambia el nombre y la historia hablará de ti. De decidir mirarse en Tiberio, Pedro Sánchez no encontraría un relato que le fuera más fiel a sí mismo. Aunque me da que su patológica ambición y egolatría jamás le permitirían reconocerse en otra historia que no fuera la suya. No hay más que ver esa cara de cera, afilada, agarrotada y sombría que se le está quedando. Dicen por ahí que los resentidos enflaquecen visiblemente por ser, poco a poco, roídos por sus muchas mentiras, sus muchos desmanes, sus muchas hipocresías. Pero Sánchez nada parece temer. Por lo que ha anunciado estos días hay Pedro para rato. Una faena muy gorda para esta ciudad nuestra a la que tiene señalada a punta de cuchillo. ¿Qué le ha hecho Salamanca, señor presidente, para mirarla usted con tan mal fario? Ya pueden llover misivas institucionales sobre Moncloa clamando por trenes, autovías... o beneficios fiscales para ese V Centenario de la Escuela de Salamanca. No hay carta de vuelta. A Sánchez le duele la lealtad de esta tierra al Partido Popular; le escuece que los salmantinos de su signo no sepan auparlo a hombros como debieran; le araña el recuerdo de haber sido recibido con pitos y gritos cuando llegó a Salamanca para presidir la Conferencia de Presidentes Autonómicos (2021) y tuvo que salir de la Plaza Mayor como gato escaldado, al convento de San Esteban. Abandone la sombra de Tiberio, señor presidente. Ser tan malo no es nada bueno.

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