Borrar

No tengo nada en contra del turismo, pero nada eh, creo que ya ha habido otras veces en estos años que me lees que te contado que estoy a favor. Soy un enamorado de nuestra ciudad y disfruto mucho viendo cómo los que vienen de fuera se quedan con la boca abierta con todo lo que tenemos. Y sí, presumo, vaya que si presumo.

El turismo no es sólo algo de lo que podemos estar orgullosos, que alguien decida viajar y visitarnos siempre es motivo de alegría (vale, ese cuñado pesado igual no), también el turismo es una parte fundamental de la economía de nuestra ciudad. Y eso, por mucho que algunos estén en contra del turismo, no tienen más remedio que reconocerlo.

Vivimos del turismo, otro tema sería que tengamos que vivir por y para el turismo.

Eso sí, hay algo del turismo que, como lo tenemos hoy, me parece un error, desagradable y con lo que nos hacemos un flaco favor, los guías turísticos que llevan un altavoz.

Ojo, que no digo que los guías hablen alto, que eso lo puedo entender, me refiero a los que llevan, literalmente, un altavoz colgado en el pecho.

Mira, el otro día estaba enseñando Salamanca a unos amigos de mi hermana, entramos en el Patio de Escuelas Menores, y no sé tú, pero yo cuando estoy en un monumento hablo bajito, disfruto de lo que veo, me siento algo más recogido. Incluso cuando estaba explicando lo que estaban viendo procuraba hacerlo en voz baja. Hasta que llegaron dos altavoces de esos. Ahí ya se acabó, ya no tienes más remedio que hablar a voces porque si no, no te escuchan.

¿Te ha pasado alguna vez que estás comiendo en un restaurante, entra en grupo que grita y de repente el ruido del local se hace insoportable? Seguro que sí, lo que pasa es que es complicado pedirle a alguien que hable más bajo, ahora, pedir que no use un altavoz es bastante diferente.

Además, si este fuera el único sistema para que todo el grupo escuchara las explicaciones, pues podría entenderlo. Pero es que no es así, ni mucho menos, hay otros grupos que llevan en la oreja un pinganillo y van oyendo directamente en su oído lo que el guía les va contando. Además, con este otro sistema consigues que la gente pueda pasear, separarse, no apelotonarse como borregos en torno al guía. Salamanca es una ciudad que tenemos que disfrutar todos, tener que escuchar a todo trapo las explicaciones de un guía (o dos, tres…) mientras paseas, no ayuda.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Turismo sí, pero no a voces