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¿Toilettes? Lo siento, señora

La ciudad recibe miles de visitantes, en esa vertiginosa carrera que se está disputando en España por ser el lugar más visitado

Lunes, 19 de mayo 2025, 05:30

Entre que el verano llega y no llega, la ciudad recibe miles de visitantes, en esa especie de vertiginosa carrera que se está disputando en España por ser el lugar más visitado. Vecinos de Barcelona, de Málaga o, este mismo fin de semana, de Canarias se han levantado en armas -entiéndase que las armas pacíficas de los gritos y de las pancartas, pero armas al fin y al cabo-, reclamando que pare ya el asedio de turistas que está degradando sus vidas, generando, entre otras cuestiones, la subida infinita del precio de la vivienda. Aquí, felices por el aumento, y sin sensación de mejora en más aspecto que la condescendencia, que es el gran síntoma local.

Aprovechando los grados y el tan añorado sol de primavera, un paseo por el parque de Los Jesuitas parecía un plan aceptable. Por si fuera poco atractivo, había una competición deportiva patrocinada por un negocio global de comida rápida, por no ser más hiriente, y por una bebida azucarada archiconocida. Vamos, todo un ejemplo de educación nutricional para los jóvenes deportistas que competían. A todo esto, una mujer de cierta edad y de origen desconocido me preguntó por los toilettes. Ante mi sorpresa, me señaló un cartel que, desde lo alto de una farola, anunciaba «Aseos». De modo que, en un gesto de buen anfitrión, traté de acompañar a la pareja a resolver lo que claramente se entendía como un apuro cierto. Largos minutos después, habiendo dado varias vueltas al recinto bajo un sol de justicia, abandoné a la pareja ante el único bar, ya fuera del parque, que advertía en su puerta «pago solo en efectivo». Me sentí como el hombre aquel del chiste de Arévalo que se chocaba con cada cartel de prohibición, ante su primera vez en el transporte público. Lo mismo que el personaje ficticio, me dieron ganas de decir aquello de «paren el mundo que yo me apeo», aunque bien podría haber sido que «yo me meo», con perdón.

Me dijeron que los organizadores del evento habían instalado baños químicos portátiles. Yo solo vi uno. Imagínense: más de un millar de participantes; cantidad multiplicada por tres o por cuatro a cuenta de los familiares y demás acompañantes. La cuestión, pues, para los indolentes responsables es clara, ¿los parques son para atravesarlos o para vivirlos? Familias enteras montaron mesas perfectamente dotadas de viandas. Familias, con niños y personas mayores, como es lógico. La siguiente pregunta es aún más fácil de colegir: ¿dónde resolverían sus aprietos que seguro que surgieron en cantidades razonablemente altas, viendo la afluencia de público? Pregunté por curiosidad a un conciudadano, por lo visto también con el bicho de la condescendencia propia del lugar. La respuesta fue, «pues en la gasolinera de ahí enfrente, que te ahogas en un vaso de agua». En serio, es para hacerse mayores. Y cada uno que entienda lo que entienda.

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