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El gran incendio

Hasta Castilla y León, tierra inmovilista por excelencia, parece movilizarse para cambiar las cosas

Lunes, 25 de agosto 2025, 05:30

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La comunicación en política es una labor compleja. Una suerte de equilibrios con los tratar de mantener calientes a tus más afines, no ahuyentar a los indecisos y poner en guardia a los rivales, para que vean tu fuerza de cara a las siguientes citas electorales donde todo se juega. Así, en pocas palabras y haciendo un ejercicio de simplismo, podríamos resumir una labor ardua como pocas, que no permite el descanso, porque los canales, hoy en día, son múltiples y están abiertos y escupiendo noticias verdaderas y falsas durante las veinticuatro horas del día, los siete días de cada semana. Eso, sin contar con los imprevistos. Dicho esto, me temo que los profesionales encargados de tales funciones van a tener que hacer frente al gran incendio que se les viene encima. Me temo que el fuego de este verano, que continúa haciendo estragos y devorando hectáreas sin control en varios frentes de nuestra tierra, la más perjudicada en esta temporada de incendios, ha venido a quemar la poca paciencia que quedaba en la ciudadanía. Los fuegos de artificio, hacer luz de gas, el trilerismo comunicacional y otras artes varias se van a quedar cortas. Es tal el descontento general con la clase política que, hasta Castilla y León, tierra inmovilista por excelencia, parece movilizarse para cambiar las cosas. Surgen nuevos partidos, los sindicatos arrecian y los ciudadanos se reúnen en torno a asociaciones en defensa de sus intereses. Y todo por el malfacer, por el conformismo y por una dependencia de Madrid que resulta por momentos inconveniente.

Quemándose media León y buena parte de Salamanca, peticiones extemporáneas, una directora general, responsable de la coordinación de los efectivos a nivel nacional, haciendo política desde un puesto clave y profesional, el consejero que tiene derecho a comer, pero que se rio del presidente que a las cinco terminó la conferencia de prensa para dar explicaciones sobre su segundo segundo pillado en tramas que han dejado otro agujero más en el erario público, porque no había comido.

Mañueco llevaba con cierto orden y concierto las acciones propias ante lo que se venía encima, que entonces solo era el comienzo del desastre natural, ecológico y financiero que se cierne sobre muchas familias que vivían de esos campos y que han perdido todo o casi todo, hasta el «a por todas» de Feijóo, para restañar otra más de las suyas.

La única solución va a estar en gestionar muy bien. Si solo se hace política y comunicación, la cosa se va a poner fea y serán los que están pudiendo disfrutar de esas vacaciones sobrevaloradas y, desde luego en su caso poco merecidas en relación con el trabajo que realizan en la mejora de nuestras vidas, quienes se hagan con los gobiernos de una u otra manera. Y eso ya lo hemos vivido y no diría yo que el resultado haya sido como para repetir.

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