'Fifties'
El paro a partir de los 50 se convierte en algo pavoroso, las empresas determinan que ya no se vale
Reconozco que me lío con los nombres que se han ido dando a las diferentes generaciones. Internet me ayuda a recuperarlos con la misma facilidad que huyen de mi memoria. 'Fifties' no es una de ellas, lo sé, sino una palabra inglesa que define 'los cincuenta'. Esa época que recrea con tanta alegría como positivismo la ópera rock Grease que nos visitó hace unas fechas, como parte de la programación de los fastos en honor a la Virgen de la Vega.
Los 50 son, también, esa edad en que muchas salmantinas y salmantinos pierden sus trabajos, con una expectativa casi nula de recuperarlos. Mejor dicho, de encontrar otro que remedie sus males. El paro a partir de los 50 empieza a convertirse en algo pavoroso, debido a que las empresas han determinado que ya no se vale. A esa conclusión cabe llegar, viendo el mercado laboral en esa franja de edad. La empresa privada es soberana. Se gana su condición a cuenta del riesgo que corren sus socios o accionistas, así como el derecho a equivocarse, en tanto que los destrozos que sufra son tan privados como los capitales que las sustentan.
La Administración, sin embargo, podría abrir un camino novedoso: el empleo -doblemente útil- para 'fifties', acorde con una tierra que se está poniendo a la vanguardia en lo tecnológico desde la universidad o siendo referente en cuestiones de investigación y tratamientos médicos.
Nos falta emprendimiento -y podrían sobrarnos funcionarios, si todos los universitarios que quieren optar por esa vía lo consiguiesen-, a pesar de la gran cantidad de pymes registradas que son las que realmente sostienen y hacen crecer nuestra economía.
Las mismas que son brutalmente tratadas por un gobierno, el central, que se vanagloria de esos datos de crecimiento, comparándolos con otros países de la Europa avanzada, pero sin hacer un solo gesto para mejorar la relación administrativa con ellas, las condiciones fiscales ni laborales, o sin promocionar ayudas a fondo perdido, para proyectos de amplio alcance. Un día sabremos realmente dónde se han gastado los fondos de recuperación, que no dudo que lleguen a las compañías, pero sí a cuáles, cómo y por qué. Total, que la Administración Pública debería contratar a los mayores de cincuenta años, para mejorar.
A esa edad, las ganas de triunfar se minoran, que no desaparecen; la experiencia desborda la parte de desconocimiento que pudiera darse; la capacidad de aprehender es extraordinaria; y las necesidades suelen reducirse a observar el horizonte en paz, viendo a las hijas e hijos progresar adecuadamente. Ítem más, serían extraordinarios formadores de los futuros formadores y guías naturales de los jóvenes que alcanzasen la «gloria» de la oposición conseguida. Visto lo visto en estos días, si para ello se tuviera que cambiar alguna norma o ley local o autonómica, sería peccata minuta.