Desertización
Necesitamos crear nuevas fuentes de generación de empleos para evitar la marcha de los más jóvenes
Estamos en un verano que apunta a más cálido en la historia tanto en diferentes puntos de la geografía de nuestro país como en otras partes del continente europeo y del mundo entero. Llamémoslo cambio climático. Tenemos una economía que apunta maneras, pero que está pendiendo del hilo de la caída de las economías de nuestro entorno. Llamémoslo incertidumbre. Hemos demostrado una gran madurez como ciudadanos, acudiendo a los colegios electorales a depositar nuestros votos en fechas poco propicias y puede que no se conforme un gobierno, lo que nos abocaría a una repetición del proceso entre el turrón y el roscón de reyes. Llamémoslo inestabilidad.
Las estadísticas son como una toalla mojada que retorcemos, para descargarla del exceso de agua. Ese retorcimiento de los datos ayuda a seguir confundiendo a los ciudadanos. Igual es el propósito. Tomemos como ejemplo dos hechos que han ocurrido casi entrelazados en apenas unos días y que nos sirven de ejemplo. En el primero de los casos, el número de personas con derecho al voto en Salamanca. Si como parece, hay cinco mil menos en el censo de esta última consulta electoral con respecto a la de 2019, tenemos un problema. Si como se deduce de los datos, el paro ha bajado a límites históricos también en nuestra provincia, pero resulta que con casi otros cinco mil trabajadores menos en nuestras listas de empleados, tenemos un problema. Y los problemas se llaman desertización. Estamos desertizando el planeta, lo mismo que se va quedando desierto de personas nuestra ciudad, nuestra provincia, nuestra comunidad.
Hace unos días, se comparó a Salamanca con Oxford y no precisamente por cuestiones positivas, sino como consecuencia de la falta de ayudas, apoyo institucional y colaboración en la mejora necesaria de transporte y promoción con que obtener los hitos acordes a la grandeza arquitectónica, histórica y paisajística de la ciudad y su entorno. Sin esas ayudas será difícil conseguir ciertos logros. Ahora bien, eso nos sitúa ante el gran reto: necesitamos crear nuevas fuentes de generación de empleos para evitar la marcha de los más jóvenes. Quién no tiene en su familia miembros que están viviendo fuera, porque las oportunidades de trabajo aquí son entre complicadas o nulas. Difícil encontrar una familia que no viva esa casuística.
Si algo de cuanto antecede tiene cierta verosimilitud o se parece a un reflejo de la sociedad en que vivimos, me imagino las dificultades, para llevar siquiera en rumbo una nave de ciento cincuenta mil, trescientos cincuenta mil o dos millones trescientos mil, cada uno con sus propias circunstancias. No sé si será el puerto seco o el futuro cierto de maquetas de nuevas fábricas. La cuestión es ver que vamos hacia algún lugar y que alguien lo explique con la misma firmeza con que dice que manda.